El relato podría empezar a comienzos del siglo XX, cuando los hermanos Raoul Laparra (Burdeos, 1867 - Boulogne-Billancourt, 1943) y William Laparra (Burdeos, 1873 - Hecho, 1920) viajan por España para conocer el país de sus antepasados; pero mejor situarnos en 1908, concretamente en la segunda quincena de agosto, cuando Zuloaga, de viaje por Aragón con su esposa Valentine Dethomas, natural de Burdeos, pasa unos días en Graus para visitar a su hermana y cuñado, el farmacéutico amigo de Costa, y coincide con el músico Raoul Laparra, autor de La Habanera, que se había estrenado en la Opéra-Comique de París en febrero de aquel año. Del encuentro en Graus surgió la idea de escribir el drama lírico La Jota, segunda parte de una trilogía dedicada a los bailes españoles que culminaría con La Malagueña. En otoño de 1908, Raoul Laparra había avanzado en el libreto de la obra cuyos figurines, inspirados en el natural, como en La Habanera, realizaría también su hermano William, pintor. Dado que la acción transcurría en el Valle de Ansó, el compositor viajó en septiembre de 1909 hasta allí para conocer un territorio que desde hacía años había fascinado a su hermano y en el que había encontrado refugio tras la muerte de su primera esposa, Wanda Landowski, en 1905. William Laparra nunca pudo olvidar los días que disfrutó en los valles pirenaicos durante su viaje de novios en enero de 1903. Qué mejor consuelo que regresar, año tras año, a Hecho y Ansó, donde había sido tan feliz, ajeno a las modernidades que tan poco tenían que ver con su pintura de raigambre naturalista.

El 1 de octubre de 1908, Ricardo Compairé (Villanúa, 1883 - Huesca, 1965) se hizo cargo de la farmacia de Hecho. Pudo ser al año siguiente cuando conoció a los hermanos Laparra. Con William hizo amistad; eran muchos los intereses que les unían: su gusto por la pintura -vocación frustrada de Compairé que hubo de sustituir por la fotografía en sus tiempos de estudiante de farmacia en Barcelona-, y, claro está, por la fotografía, que Laparra utilizaba para sus composiciones pictóricas. Compairé recibió valiosos consejos de Laparra; el principal: que la fotografía no debía quedarse en la apariencia de las cosas, y aprendió a componer las escenas de sus fotografías, auténticos «tableaux-vivants», cuyo propósito fundamental era dejar testimonio para el futuro del paisaje, de los usos y costumbres que pronto desaparecerían empujados por un progreso que entendían amenazante. De modo que, mientras William Laparra plantaba su caballete en las calles de Hecho y Ansó, o en los alrededores, y fotografiaba a las mujeres vestidas de riguroso negro con indumentaria de diario, que luego pintaría en su estudio, Ricardo Compairé fotografiaba de modo sistemático y minucioso el paisaje, los rincones de los pueblos, las casas, el interior de las viviendas, y disponía en cuidadas composiciones a los habitantes, mujeres y hombres, que hacía posar vestidos con las ropas de fiesta, guardadas en viejos arcones. Ambos compartían ideario, más allá de cómo lo denominara cada uno.

‘Carasol en Hecho’ (1913-1924)

Todo estaba dispuesto para que los oscenses se animaran a conocer las excelencias de quienes primero habían llegado a su territorio «a la ventura» desde el extranjero. Y así ocurrió que el 23 de enero de 1912, casi un año después del estreno en París de La Jota de Raoul Laparra, Vicente Castro Les, escritor costumbrista de Ayerbe, se hizo cargo de la dirección de las páginas ilustradas de El Diario de Huesca que, desde esa fecha, se adaptó al periodismo moderno con la incorporación de fotografías. Entre los propósitos del diario se anunció: «(...) nos ocuparemos del turismo con todo el cariño y el interés que requiere, por considerar que la atracción de forasteros podría constituir para Huesca y su provincia una saneadísima fuente de ingresos, puesto que poseemos riquezas artísticas y bellezas naturales muy dignas de ser visitadas». Se había pronunciado la palabra mágica: turismo, tema al que Castro Les dedicó más artículos, con propuestas concretas que fueron el germen de la futura Sociedad Turismo del Alto Aragón fundada ese mismo año, a la que Compairé estuvo estrechamente ligado y de la que llegó a ser presidente en 1934.

Las preocupaciones de los hermanos Laparra iban en otra dirección: el asunto del turismo no les afectaba, lo que Raoul deseaba era ofrecer una imagen de España alejada de los tópicos tan queridos por los franceses, y William pintar y vivir lo genuino en aquellos lugares donde el tiempo se había detenido. La influencia de Zuloaga fue decisiva en sus trayectorias. Raoul parece que no regresó tras el estreno de La Jota. William, herido de melancolía, pasaba en Hecho largas estancias y en Hecho encontró el lugar donde morir, en septiembre de 1920.

‘Oza. Pico de Achert’ (1913-1921)

El 31 de enero de 1921, Compairé dejó la farmacia de Hecho y en agosto se hizo cargo de la de Huesca. A partir de entonces, todo lo relacionado con la fotografía en la ciudad llevaría su sello. En 1923 la Casa Compairé organizó el primer concurso fotográfico, con el propósito de incentivar la afición y práctica de la fotografía por ser el medio más adecuado de atender y registrar todo aquello que singularizaba el Alto Aragón con el ánimo de conservarlo, siquiera en imágenes. Compairé contó con importantes aliados como Ramón Acín, insistente en sus reivindicaciones. Cuando en 1928, el Centro Aragonés de Barcelona presentó el I Salón Anual de Fotografía de Turismo del Alto Aragón, Acín tomó la palabra: «Hemos venido a inaugurar esta Exposición y a estimular a todos que visiten, sin demora de tiempo, los lugares y las cosas de que estas fotografías son su vera efigie. El Alto Aragón está en este punto interesante y único de la curva donde son igual por igual los recuerdos y las esperanzas; con las piedras que se desmoronan de los viejos paredones que nos dicen lo que fue, levantamos las presas de los pantanos y los puentes de los canales que nos dicen lo que será». Las fotografías de Compairé en los pabellones de Aragón en la Exposición Internacional de Barcelona, y en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, en mayo de 1929, lograron los máximos galardones que animaron a solicitar la creación de museos etnográficos, de archivos fotográficos, o la edición de álbumes y guías.

El catálogo del proyecto Signos de la imagen (2006), y el estudio de Enrique Carbó en el de la exposición dedicada a Ricardo Compairé (2009), ambos editados por la Diputación de Huesca, así como la tesis doctoral de Juan Ignacio Bernués, Resplandores en lo fronterizo: el Alto Aragón como tema en el arte francés a lo largo de un siglo. 1820-1920 (2013), son algunas de las fuentes indispensables para conocer en profundidad el relato de este visor.