Es conocido por ser la cara y la voz de la información cultural en TVE, pero va labrándose un currículum como escritor. Su tercer libro (segunda novela), Confabulación, acaba de salir a la venta, y esta semana la ha promocionado en Zaragoza.

-Aunque parezca increíble, la novela surge de una historia real.

-Sí, es la historia de un tipo al que diagnostican la enfermedad de El síndrome de Korsakoff, que es vulgarmente se conoce como Confabulación y que consiste en confabular, en tener recuerdos de cosas que no has vivido y me pareció que era muy literario y a la vez peligroso. Fue encontrar esa historia y encontrar el chispazo que necesitaba para escribir.

-¿Le interesa hablar de olvido, de memoria...?

-Me interesa reflexionar sobre la importancia de los recuerdos, de la memoria, de pararnos a reflexionar sobre de donde venimos y hacernos preguntas. Y también me interesaba la manera en la que los recuerdos llegan a nosotros manipulados, muchas veces difusos e incluso irreales. No recordamos exactamente como pasaron las cosas sino que el tiempo va maquillando tanto que ese recuerdo llega casi casi casi distinto al hecho que estás recordando. Me interesaba porque parece que el cerebro es una máquina todavía por conocer y nos puede deparar muchas sorpresas.

-Andrés, el protagonista, recuerda hechos no vividos; y otro de los personajes lo recuerda todo. ¿Qué le da más miedo?

-A mí, si me dieran a elegir entre no recordar algunas cosas y recordarlo todo, elijo esto, creo yo. Ten en cuenta que estamos hechos de recuerdos y si nos quitan eso dejamos de ser quienes somos. Y ese paso me parece muy radical y peligroso. Por eso me quedo con el punto intermedio, con lo que tenemos (risas).

-Un asesinato recordado y no cometido le hace a Andrés descubrir la enfermedad, y plantearse su vida, hasta entonces, feliz.

-Uno puede vivir tranquilamente pensando que ha tendido la ropa que has desayunado leche y un cruasán, pero si luego eso no es cierto, no te va a cambiar mucho tu presente. Lo que pasa es que lo suyo es un acontecimiento traumático que le hace pensar qué parte de su vida es verdad y cual mentira. Con pequeñas invenciones uno puede seguir viviendo, cuando esas invenciones son ya casi películas es cuando se te complica el presente.

-Yo creo que le hubiera gustado realmente cometer el crimen.

-En lo más profundo de su subconsciente o de su inconsciente yo creo que sí, aunque fuera metafóricamente hablando porque tú puedes matar a alguien de muchas formas. Y él desearía que Juan no estuviera presente en su vida porque representa todo que él no ha sido.

-‘Confabulación’ utiliza lenguaje muy visual. ¿Es algo premeditado?

-Ten en cuenta que yo trabajo con imágenes, viendo siempre para contarlo después y si no veo me cuesta mucho escribir sobre algo.

-Algo así como la camarita para saber si lo que recuerda es real o inventado.

-Sí, esa es la red social llevada al extremo, el ejercicio de voyerismo más grande, asomarte a la vida de los demás o exhibir tu vida de forma constante e impúdica. Es también un poco los tiempos que corren, que tendemos a eso, es llevar al extremo el voyeur que todos y la sociedad también lleva dentro.

-Las redes sociales también nos llevan a inventar un pasado o por lo menos a presentarlo de una manera más atractiva.

-Yo no sé si a inventarlo pero sin duda hace que lo presentemos de forma más atractiva. Nadie puede ir al facebook y mostrar su monotonía, su mal despertar o cuando está con gripe o aburrido un sábado porque no encuentra un plan que hacer. Damos solo la cara A de nuestra vida.

-¿La única solución frente a la enfermedad es huir?

-Esa es la solución o es una opción muy valiente. Andrés no es un tipo especialmente valiente en su vida, es un tipo normal, que decide adoptar la decisión más valiente que se puede tomar, que es parar y romper con todo cuando tu vida es confortable.

-La novela incluye referencias al mundo editorial. Escribe: «Este no publicará si no es conocido». ¿Es una pulla al sector?

-No, es que Andrés es un editor irónico y él cree en esa parte editorial que yo sé que sigue vigente que es el de descubrir a un escritor y se ríe de alguien que sale en televisión y de repente publica un libro y se salta determinados pasos. Es más un grado de ironía del personaje hacia determinados autores entre los que me puedo incluir.

-Por eso lo decía.

-Es todo caso es una autopulla en todo caso pero... yo como escritor aficionado me congratula saber que en el mundo editorial sigue vigente el romanticismo de mandar un manuscrito, que un editor lo lea y que termine publicado y que termine siendo un libro de éxito. No hace falta salir en la tele para escribir aunque son muchos los libros que llegan, son muchos más los que llegan de gente que empieza desde el escalón cero.

-¿Todos los periodistas somos escritores frustrados?

-No lo creo, los periodistas vivimos de la palabra y vivimos de escribir y hay alguno que siente esa inquietud de dar el salto y probarse en otra faceta. El periodismo y la literatura siempre han sido primos cercanos.

-Qué le aporta la literatura que no aporta el periodismo?

-Poder inventar a mi antojo.

-¿En la televisión hay mucha confabulación?

-En el periodismo no puede haber confabulación, porque si la hay, estás cometiendo un fraude. Puedes contar una cosa de mil maneras pero tienes que contar la verdad y si la maquillas o la inventas, estás confabulando y engañando al espectador, lector u oyente. No creo en la confabulación en los medios de comunicación aunque exista.