Con muchas expectativas pero con un largo camino por recorrer. Así se presenta el futuro del libro electrónico y esa es es, precisamente, la principal conclusión a la que se ha llegado en el II Congreso del libro electrónico que se ha celebrado en Barbastro y que concluyó ayer. 270 personas (entre los que se encontraban gente de toda España y hasta de otros países) han participado en una cita (única en el país) que la organización valoró ayer como "positiva" tanto por la participación como "por la elección de los temas tratados en él que han despertado el interés del público".

Y es que ese también era uno de los principales objetivos ya que, en la actualidad, uno de cada cinco hogares dispone de un libro electrónico y la evolución de un año a otro es significativa. Si en el 2013, era un 14% de los hogares, en este 2014 se estima en un 20%.

MÁS ALLÁ DEL DISPOSITIVO Pero, más allá, de su labor como libro, el Congreso también ha abordado otros asuntos que van más allá del dispositivo en sí y que ha llevado a hablar de la utilidad del mismo. Gracias a él, el sector se ha planteado, a través de él, "facilitar la gestión de los archivos en la biblioteca, que los lectores puedan disfrutar de obras que no están publicadas en España o aprovecharlo como valor educativo". Todo ello hace, según se ha debatido estos días, que el ebook esté cada vez "más cerca" del ciudadano.

En otro orden de cosas, este Congreso del libro electrónico también ha dejado claro que mientras las ventas de ebooks solo suman el 5%, la mitad de los lectores leen ya en pantalla. Un ejemplo, se aseguró en la cita, de que hay que tomar medidas contra la piratería para paliar esta inmensa disparidad entre la abundancia de la demanda y la pobreza de la oferta. En ese sentido, los editores tradicionales también se llevaron su rapapolvo ya que, en opinión de Darío Pescador (redactor de las conclusiones), "siguen dedicados a ese trabajo invisible de presentar los libros impresos como objetos selectos, elegantes y sin erratas, mientras confiesan que invierten poco en crear versiones más cuidadas de sus libros electrónicos". "Por primera vez --explica Darío Pescador en sus conclusiones-- se oye decir que la mejor forma de fomentar la piratería es poner trabas a la lectura".

Tampoco se quedó al margen del debate la versión educativa. Para el director de educación de la editorial Planeta, "tenemos alumnos del siglo veintiuno, profesores del veinte, aulas del diecinueve y una ley educativa del dieciocho". La consecuencia se ejemplificó en el propio Congreso, es que los escolares del 2014 escriben a toda velocidad con sus pulgares en los teléfonos móviles, pero siguen cargando con varios kilos de libros sus mochilas.