Después de diez novelas y muchos talleres de literatura en las principales universidades de nuestro país, Espido Freire se ha convertido en una pieza esencial de la literatura patria. La escritora, que saltó a la fama al ganar el premio Planeta 1999 por Melocotones helados con tan solo 25 años, presentó ayer en Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Independencia su nueva novela Llamadme Alejandra, con la que ha ganado el Premio Azorín 2017, y que desgrana la complicada vida de la zarina Alejandra Romanova, haciendo hincapié en capítulos de su historia como la relación con su hijo Alexis, que padecía hemofilia; su amistad con el místico Rasputín o la violenta muerte de la familia, fusilada en los albores de la Revolución Rusa. «Fue una persona con una desconexión muy importante a una realidad que en ese momento se hacía acuciante, en cambio en las relaciones con su familia se mostraba mucho más amable, era el lugar donde podía mostrarse tal y como era».

La escritora, que durante quince años ha preparado esta novela, explicó que «durante años me pregunté cuál era la forma adecuada de contar la historia, si debía ser una biografía, un ensayo, o lo que finalmente ha acabado siendo, una novela».

Freire ha admitido en múltiples entrevistas que uno de los puntos más conflictivos de la novela fue su narrador en primera persona: «Corrí un riesgo, jugar con el mito, porque todos sabemos algo sobre los Romanov. Me pregunté ¿Qué confirmo y qué desmiento? Al final, el punto de vista de Alejandra ha articulado la novela. Rasputín no se presenta como un sátiro, sino como un hombre santo. Desde luego no fue así, pero ella se empeñó en ver solo esa faceta de él. Esto pasa con todos los personajes de la novela».

Uno de los puntos importantes de la obra ha sido la coherencia psicológica de Alejandra. «En una novela tu puedes hacer lo que te de la gana, pero la coherencia hay que mantenerla, del mismo modo que no se pueden cometer gazapos históricos no se pueden cometer gazapos psicológicos».

La escritora, que estuvo hace poco en un coloquio sobre los personajes femeninos empoderados en las novelas históricas mantiene que «soy feminista, y creo que esta moda de declararse feminista puede ser muy positiva para el feminismo, pero hay que asumir que en el siglo XII no había abadesas reivindicando la figura de la mujer desde una perspectiva feminista, había interesantísimas mujeres, pero no podían ser feministas. Si el autor se empeña en cometer esos errores históricos allá él, pero a mí no me gusta».