«Por qué cree que los viajes espaciales son importantes?», le pregunta un pez gordo de la NASA a Neil Armstrong al principio de First man, durante la entrevista de trabajo más importante de su vida. Porque quizá ofrezcan una nueva forma de mirar el mundo, responde el futuro astronauta; y es precisamente eso, una perspectiva distinta, lo que propone la película que este jueves llega a los cines.

Pese a que sin duda la vida del primer ser humano que pisó la Luna estuvo llena de coraje y triunfos y tragedias, y que por tanto pide a gritos el tipo de biopic hollywoodiense hecho a base de discursos inspiradores y subidones orquestales, First man desdeña el triunfalismo para prestar atención a los millones de dólares gastados y las docenas de vidas perdidas para que Estados Unidos ganara la carrera espacial. «De hecho, Armstrong fue escogido para liderar la misión del Apolo 11 no solo por su frialdad, sino también porque era uno de los pocos pilotos cualificados que quedaban vivos», recuerda Ryan Gosling, encargado de dar vida al héroe.

Asimismo, mientras recorre una década de su vida, Chazelle trata la odisea que culminó en el Mar de la Tranquilidad como una ventana a la compleja psicología del personaje. «Hemos intentado descubrir al hombre debajo del mito», explica Gosling. «No creo que se considerara un héroe, todo lo contrario. Y al hacer la película hemos querido reflejar el modo en que Neil se veía a sí mismo».

En ese sentido, la caracterización que ofrece el actor es casi la antítesis del retrato cinematográfico que las figuras históricas de esa estatura suelen inspirar. El protagonista de First man, de hecho, es un hombre patológicamente introvertido e irreparablemente dañado por la muerte en 1962 de su hija Karen, con solo 2 años, víctima de un cáncer. Fue esa pérdida, sostiene la película, lo que le dio a Armstrong la audacia y la temeridad necesarias para seguir adelante con la misión espacial, al tiempo que su relación con su esposa Janet (Claire Foy) y sus otros dos hijos se iba destruyendo. «Lo que más me interesó fue la complicada dualidad del personaje», explica el actor acerca de su proceso de preparación para el papel. «Durante el día exploraba los misterios del universo, pero luego tenía que llegar a casa, cortar el césped, tirar la basura y ser un buen padre». Tanto él como Foy recibieron el valioso asesoramiento de los hijos de Armstrong. «Para ellos su padre no era un astronauta», recuerda la actriz. «Era papá».

A CONTRACORRIENTE

Por último, First man también va a contracorriente por su forma de rodar el espacio exterior. En lugar de avasallarnos con majestuosas vistas del vacío, la cámara permanece en el claustrofóbico interior de aeronaves minúsculas y oscuras, pegada a los rostros y los cuerpos de los astronautas, tan vulnerable como ellos a las sacudidas y los temblores continuos y el ruido ensordecedor de los motores y el crujiente metal y las pesadas respiraciones. Por lo que respecta a la climática dramatización del aterrizaje en la Luna, Chazelle no la ilustra con planos de técnicos de la NASA que contemplan pantallas, ni de las esposas que lloran, ni de los reporteros que informan del momento. Prefiere mantener la mirada fija en Armstrong, y convertir el momento en una reflexión íntima sobre el dolor, los sacrificios y las convicciones que lo han llevado hasta allí. Pese a ello, desde que vio la luz la película se ha visto envuelta de controversia y de ser antiamericana. «El problema es que esa polémica la está alimentando gente que todavía no ha visto la película», lamenta Gosling. «Si se hubieran molestado en hacerlo se habrían dado cuenta de que es profundamente patriótica».