La serie de Chamorro y Bevilacqua ha sido una de las más prolíficas, leídas y premiadas (un Nadal y un Planeta) dentro de la novela negra española. Desde que Lorenzo Silva comenzó con sus aventuras e investigaciones dentro del cuerpo de la Guardia Civil en 1998 con El lejano país de los estanques, han protagonizado ocho novelas más en las que hemos podido asistir a su evolución literaria siempre insertada dentro de la actualidad de cada momento específico en nuestro país. Tras una miniserie para televisión y su debut en la pantalla con El alquimista impaciente (2002), de Patricia Ferreira, ahora la pareja regresa (con el rostro de Quim Gutiérrez y Aura Garrido) gracias a la adaptación de La niebla y la doncella.

En ella, el debutante Andrés Koppel utiliza la trama criminal para hablar de otras cosas y quizá la más interesante sea mostrar de qué manera la corrupción política da lugar a que se inserte la degradación moral en el seno de una sociedad sin referentes que parece dar acceso directo a la deshumanización. Prostitución, tráfico de estupefacientes, extorsión y asesinato, un ambiente turbio que contrasta con la belleza del paisaje de La Gomera, que se convierte en catalizador de las tensiones que se establecen entre los protagonistas. Sexo, envidias, traiciones y otros bajos instintos resueltos como disciplina por un estupendo elenco de actores en este thriller policiaco marcado por una excelente atmósfera que nos sumerge entre brumas en las capas y misterios ocultos que esconden unos seres que se convierten en marionetas de la manipulación. BEATRIZ MARTÍNEZ