Que Tom Cruise milita en la Iglesia de la Cienciología no es un secreto. Lo que no se sabía es que la secta tuviera algo que ver con los samuráis. El actor, protagonista de El último samurái , desveló ayer en Madrid que su culto se basa en el budismo y que, por eso, está de acuerdo con el bushido , el antiguo código de conducta japonés. "Yo soy cienciólogo y el honor nos une a los samuráis", explicó. No es que vaya por ahí blandiendo una katana, sino que comparte el sentido del deber y de la compasión con los antiguos guerreros japoneses.

La presentación de la película estuvo rodeada de tantas medidas de seguridad y parafernalia como el rodaje. El actor, con el pelo corto y vestido de negro, entró en la sala jaleado por un entusiasta ejército compuesto por miembros de la Warner, mientras los periodistas, atónitos, contemplaban la escena. Ante tan cálida bienvenida, no es de extrañar que Cruise, al igual que el director Edward Zwick y el actor Hiroyuki Sanada, se mostrara locuaz y bromista en la promoción del filme, que ha costado 100 millones de dólares y ya lleva recaudados 94 en EEUU.

CAMBIO FISICO Y ESPIRITUAL

Tom Cruise encarna en la cinta al capitán Nathan Algren, un militar que luchó en la guerra de secesión y, desengañado, opta después por darse al bourbon. Dada su pericia, el emperador nipón decide ficharlo para adiestrar a su ejército. El objetivo es acabar con la rebelión de Katsumoto, el último samurái. Tras pasar un año secuestrado por su enemigo, Algren hace suyo el código de honor y recupera sus ideales.

"He trabajado el control y el equilibrio, he bajado mi centro de gravedad y me he sometido a una transformación física y espiritual", explicó Cruise. ¿Lo que más le costó? Dominar la katana sin rebanar parte del cuerpo de su oponente. Como dijo el director, "no sólo se trataba de que Tom no se hiriera, sino de que tampoco hiciera daño a nadie y todos pudieran rodar al día siguiente". El actor simuló algunos de los movimientos de lucha para explicar a la prensa que es mucho más fácil cortar el cuello a un compañero que detener la espada justo antes de tocárselo.

Superado el escollo de la espada y otras incomodidades del rodaje, hubo que salvar el miedo a cómo se tomarían los japoneses una visión norteamericana de su historia. Hiroyuky Sanada reconoció que a sus compatriotas se les ponía el pelo de punta al imaginar cómo reflejaría Hollywood su cultura. La crítica y el público han coincidido en que Edward Zwick y su equipo han salido airosos. Los tres subrayaron que, además de contar una historia, querían honrar una cultura milenaria que les merece su admiración.

El protagonista de éxitos como Top gun o Jerry Maguire opta con El último samurái al Globo de Oro en la categoría de mejor actor dramático. Aunque no tiene ningún Oscar, dice que le trae sin cuidado si le darán la estatuilla esta vez: "Si pasa, estupendo. Y si no, también. No trabajo pensando en los premios".

Tras el periplo de promoción que le ha llevado a Berlín, Londres y Madrid, el actor viaja hoy a París. Después de la gira, retomará el rodaje de la película, Collateral , en la que comparte cartel con Javier Bardem a las órdenes de Michael Mann.