Primero entra la batería, con las baquetas, el tambor y los platillos como un metrónomo. A los cinco segundos el riff de guitarra, haciendo escala de arriba abajo y de abajo arriba. Luego el bajo, marcando a plomo el ritmo de todo. Y finalmente él, a pleno pulmón: Arde la calle al sol del poniente, hay/ tribus ocultas cerca del río/ esperando que caiga la noche estoy / hace falta valor, hace falta valor/ ven a la escuela de calor/…

Una de las mejores canciones del pop español, tocada por uno de los mejores grupos, en una de las mejores épocas, y cantada por uno de los intérpretes más interesantes. Radio Futura fue de lo mejorcito que dio la movida, aquella explosión de creatividad que llenó Madrid en los primeros ochenta. Así como hay canciones de entonces que dan un poquito de vergüenza ajena si las oyes ahora (y si uno las bailó entonces, más aún), las de Radio Futura siguen inalterables y modernas a más no poder, soportando de manera excelente el paso del tiempo. Hasta el año noventa y dos fueron los reyes del pop hispano, y de golpe y porrazo se separaron. Se cumplen 30 años ahora, y desde entonces no se han reunido para ninguna gira revival con la que llenar sus cuentas corrientes, ni su líder aparece como jurado de ningún concurso televisivo para ver quién hace el mejor gorgorito. Se fueron cuando estaban en lo más alto, hartos de ser un negocio, y dijeron basta. Desde entonces, Auserón es un enigma un poco fantasmal que se ha dedicado a merodear en el jazz, en la música cubana, en sones antiguos de la otra orilla con los que deleitar y deleitarse, aunque eso suponga estar fuera del circuito y no salir en las radios.

Bajito, guapo y profundo (estudió filosofía), sus letras siempre fueron y son atrayentes y peligrosas, como sirenas que te llaman para hundirte en la perdición. Acaba de cumplir 66 años, y quién lo diría: sigue teniendo una voz clara como el agua, hace lo que le da la gana y te coloca un discurso interesante siempre que puede y le dejan. A finales de 2020 sacó Cantos de ultramar (su octavo disco como Juan Perro, ese impostor) y lo está presentando por todo el país (en Zaragoza ya estuvo hace un par de semanas). Suena muy bien, ejerciendo de crooner caribeño que se encuentra relajado y tranquilo, y a gusto consigo mismo. Qué envidia, saber decir basta a su debido tiempo (y mientras la calle arde, al sol del poniente…).