«La tierra entera es nuestro hospital», escribió T. S. Eliot en East Coker, uno de sus poemas. Al amigo Thomas volveremos más tarde. Mientras tanto... Jugando con las consonantes de sus apellidos, Scott y Brian Devendorf (The National), Benjamin Lanz (The National y Beirut) y Aaron Arntz (Beirut y Grizzly Bear) armaron el nombre de su grupo: LNZNDRF. La banda acaba de editar su segundo disco, muy propiamente titulado II (Popstock! / Everlasting). Se trata de un artefacto sonoro con vistas a la electrónica alemana setentera y guiños a formaciones posteriores como The Cure y Joy Division. Se respira aquí cierta nostalgia, pero instrumentales y vocales invocan un estado hipnótico y de trance. Una forma de plasmar la frustración de estos tiempos salvajes.

Diríase que al tercer álbum del canadiense Rhye (Mike Milosh, o sea) le sobran dos o tres canciones. Home (Loma Vista Recordings / Music As Usual) es el disco en cuestión, todo un alarde de elaborado y cadencioso rhythm & blues y funk con alguna pizca de reggae. La preeminencia de las cuerdas y la elegancia de los arreglos configuran una oferta atractiva, tal vez lastrada en ocasiones por cierta tautología rítmica. La voz sedosa hace el resto. Pero con algo de poda el resultado subiría el tono.

Disco pandémico, este Curso de levitación intensivo (OCESA / Warner), firmado por Bunbury. Registrado en verano, cuando parecía que el virus daba un respiro, viene a cubrir la ansiedad del músico provocada por la obligada ausencia de conciertos. Dice Bunbury que buscaba aquí el ritmo de Tony Allen y la expansión sonora del trío británico The Comet Is Coming. Bueno, cuando menos los saxos sí están en esa onda expansiva. En su levitación, Bunbury se muestra enfurecido en las letras y reparte leña a diestro y siniestro. Y en buena lógica, las músicas envuelven esos textos con materiales duros y contemporáneos, muy alejados de los focos del glamur. Piezas hay que entran en el legado del último Bowie.

No hay fusión (ni fría ni caliente) de raíces y puntas en el nuevo disco de Julián Mayorga, colombiano afincado en las españas. Lo que hay es un cambio de códigos, un nuevo concepto de lo tradicional. Y una actitud política a través de una estética que subvierte el formato de canción y sus expectativas. Creo que él llama a eso «el sonido como arma política». Así lo muestra en Cuando tengo fiebre veo la cabeza de un leopardo magnífico (Lago / Cráter). Lo analógico y lo digital se lían con una poética como una pintura de El Bosco. Aun sin fiebre, escuchando este disco ves la cabeza del leopardo. Fijo.

La historia da juego, pero el espacio aprieta. Así, que al lío: siete chicas (entre nueve y 15 años) de Natitingou (Benín), cantando en varias lenguas un mosaico de ritmos locales, rumba congoleña, highlife y otras especias africanas. Grabaron en dos días su primer disco, homónimo (Born Bad Records), con la ayuda de André Balaquemón. Cantan contra la mutilación genital femenina y los abusos y la violencia infligidos a las mujeres, a las que les piden que sean fuertes e independientes. Ah, el grupo se llama Star Feminine Band. Búsquenlo.

On All Fours (Rough Trade / Everlasting) es la segunda entrega del grupo Goat Girl. El cuarteto femenino post-punk ha limado aristas, pero su fuerza musical y esa atractiva desgana en las voces permanecen. Hay restos sesenteros, construcciones de banda sonora, canciones tremendas como Sad Cowboy y unas pieza bailables que quitan el hipo.

El escocés James Yorkston (militó en Fence Collective) se ha liado con The Second Hand Orchestra, del sueco Karl- Jonas Winqvist, y con sus cuerdas, vientos y voces ha confecionado en The Wide, Wide River (Domino / Music As Usual) un sugerente combinado de pop (Radiohead, Divine Comedy) y folk que transita entre el optimismo y la pérdida.

Sin instrumentos armónicos (solo percusiones) y doblando voces, el grandísimo folclorista Eliseo Parra ha facturado Cantar y Batir (Dalamix), sabroso recorrido por tradiciones ibéricas varias, aportando algo más que su cante limpio y entonación brillante. De regalo, una versión de Mediterráneo, del Noi de Poble Sec. Una joya, este Eliseo.

Inspirado por The Dry Salvages, de T. S. Eliot, Adhelm (Beni Giles) ha compuesto Yasam Rose (Tak:til / Glitterbeat), una reflexión en dos partes; una sobre la desgradación de la naturaleza; otra acerca de las ruinas de lo que fue una industria próspera. Una exploración realizada con sonidos procesados recogidos in situ, percusiones y lo que podríamos llamar electrónica desolada. No es un disco fácil, no; pero tampoco vivir lo es, y aquí nos tienen: observando la desolada grandeza