El Teatro Principal fue ayer el lugar de las despedidas, acogiendo el homenaje al actor turolense Santiago Meléndez, fallecido el pasado 5 de julio a los 58 años. Un homenaje que reunió a toda una legión de compañeros de oficio, que inspirados por la figura de este gigante aragonés de la interpretación se lanzaron a ofrecer su sentida y más personal despedida, mediante una gala en la que alternaron números musicales, recitales de poesía, y sentidos discursos de despedida.

Carlos Martín, Francisco Fraguas, Javier Macipe, Laura Val, Jorge Usón, José Luis Esteban, María José Moreno, Mariano Anós, Saúl Blasco, Pedro Rebollo, Pilar Doce o Pilar Gascón, son solo algunos de los cuarenta artistas que se reunieron ayer para despedir a Meléndez, acompañando a sus dos hijas, Lara y Lucía Meléndez, que dedicaron sentidas palabras a su difunto padre. «Papá, quién te iba a decir que íbamos a estar aquí arriba, en vez de abajo viéndote, a veces, durante tus muchos ensayos y obras me quedaba embobada mirándote, otras simplemente no entendía lo que decían, pero luego al llegar a casa siempre nos llamabas al grito de ¡a cenar!» dijo Lara con la voz quebrada y apoyada por su hermana menor, durante la apertura de un tributo que recordaría muchos de los trabajos más destacables de Meléndez.

Desde representaciones de Macbeth, obra por la cual Meléndez fue ganador del Premio Oasis de teatro en 1999, hasta recitales de versos de poetas como Mario Benedetti o León Felipe. Un sentido homenaje que contó con los audiovisuales realizados por Saúl Blasco, organizador del evento junto con el titiritero Karlos Herrero, y que sumergieron a los asistentes en los momentos más íntimos de la vida del actor turolense.

MICROTEATRO

Además, y con la intención de realizar un doble homenaje, el Teatro Principal acogió apenas una hora antes de la gala un tour de microteatro, disciplina de la cual Meléndez fue precursor en Aragón, presentando un recorrido circular por los diversos espacios del teatro como camerinos y salas de ensayo, exhibiendo hasta tres teatrillos mudos protagonizados por un hombre y una mujer de una duración aproximada de cinco minutos. Por cuestiones logísticas, tan solo 100 personas pudieron asistir a esta iniciativa cultural, que dejó patente el imborrable e inestimable legado teatral que Meléndez dejó en la comunidad artística de Aragón.