Visitas guiadas, conciertos en lugares poco habituales, talleres, exposiciones, teatro, proyecciones, magia y así hasta las 200 actividades organizadas en medio centenar de escenarios con motivo de la Noche en blanco. Incluso el calor sofocante dio una tregua e invitaba a salir a la calle, botella de agua en mano, eso sí.

Pasaban pocos minutos de las ocho de la tarde y el centro de Zaragoza (desde la plaza del Pilar hasta la plaza de Aragón) estaba a rebosar de paseantes, compradores, gente en las terrazas y otros en busca de la opción cultural que más concordase con sus gustos. Incluso alguno iba a la aventura: «cuando veamos algo abierto, entraremos», decía Juan mientras caminaba con sus amigos por Independencia; a lo que otro apostillaba entre risas: «Un museo, ¿eh?»

Esta edición quizá no contó con las filas de otras ocasiones, puede que por que el horario de la Noche en blanco cada vez es más amplio y ya por la mañana había habido varias visitas guiadas. Esta es una de las actividades estrella. Y es que no siempre es posible hablar con una maja de Goya en vivo y en directo y que además cuente chascarrillos sobre el genio de Fuendetodos. Alrededor de 1.100 personas asistieron a las diferentes visitas guiadas organizadas por Gozarte (Historias de Zaragoza, Bajo la luna Mujéjar, Los sueños de Goya, Una noche de Sexaraugusta, Historia de la lujuria, Zaragoza, crónica negra y más). Para Maribel, de la empresa zaragozana, esta Noche en blanco es algo así como «el pistoletazo, la bandera que marca la salida de las actividades de verano; es una jornada especial»; por eso, aunque ellos organizan visitas teatralizadas durante los fines de semana, para este «se recuperan algunas» y la oferta es mucho mayor.

Desde el ayuntamiento la cifra también fue similar, unas 1.100 para las actividades organizadas por el consistorio, que además incluía las rutas, bus turístico, etc.

Las visitas a los museos también contaron con mucho público. En La Lonja, decenas de personas disfrutaban pasadas las ocho de la tarde de las magníficas fotografías de Juana Biarnés; y al salir, se mezclaban con los que iban y venían tras la danza de Trayectos y con un concierto de música pop y religiosa, que nada tenía que ver con la Noche en blanco, pero que amenizaba el paseo y atraía numeroso público.

No muy lejos de allí, en el solar de la calle Santiago, niños y mayores dibujaban un punto azul para pegarlo en las Pizarras all noe 17, cuya misión era la de demostrar que cada uno pintamos de forma diferente pese a que todos habitamos en el mismo punto.

La música también contó con numeroso público, sobre todo porque los escenarios no eran los habituales. El Trovar actuó en el Museo de Zaragoza (acogió también teatro), Gancho Drom, en el Pablo Serrano, Carlos Hollers, en CaixaForum, Assai, en la iglesia de San Juan de los Panetes, el grupo vocal de Cámara de la Escuela Municipal de Música y danza, en el Museo del Foro.

Pero hubo otros muchos atractivos, como la posibilidad de visitar de noche el Paraninfo, la Aljafería o la iglesia de San Pablo, además de subir a su torre o a la del edificio de la Cámara de Comercio, desde la que se ofrecía una vista espectacular; o el Museo del Fuego, que además de puertas abiertas y teatro nocturno (que se llenó), recibió una visita muy especial, la de Marshall, uno de los perros de la patrulla canina, que hizo las delicias de los más pequeños.

El centro, lleno, decíamos, pero eso sí, cuanto más se alejaba uno del centro, la actividad decaía, salvo en puntos concretos, como CaixaForum o el cementerio, con la Noche en negro. Y eso era también lo que reclamaban algunos: «Más actividades en los barrios» porque «si no todo está mezclado». Otros, sin embargo, como José, pedía «más actividades en la calle porque al final todo está organizado en sitios cerrados». Y de hecho, él estaba disfrutando de los bailes en grupo en la plaza San Felipe de Laqtespera, mientras buscaba en su mapa, hacia donde seguir la Noche en blanco. Aún eran las nueve y quedaba todavía muchos escenarios por recorrer.