DEDICACION PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA

NACIDO EN BILBAO, 1959

OBRAS PREMIADAS ´LA TRANSFORMACION DE LA POLITICA´ (PENINSULA, 2002) PREMIOS UNAMUNO Y NACIONAL DE ENSAYO. ´LA SOCIEDAD INVISIBLE´ (2004) ESPASA DE ENSAYO

--¿Vivimos ahora en una sociedad invisible?

--Nuestros abuelos vivían en un sistema cuya objetividad era espesa. Lo que había que hacer estaba más claro. No había desorientación, ni lugar para la creatividad individual. Ahora, qué sea lo real y qué hay que hacer ha quedado tan en manos de la creatividad individual que la sociedad se ha virtualizado mucho.

--Muchas cosas han dejado de ser lo que eran, dice usted: el poder, la guerra, los territorios, la comunicación, el miedo...

A los filósofos cada vez nos gustan más las cosas que no son lo que parecen y las que ya no son lo que eran. Como si disfrutáramos cuando el dinamismo social y cultural es tan fuerte que nos dejan colgados con los viejos conceptos. Ahora la filosofía tiene más problemas de los que pueda tramitar. Hay enigmas por todas las esquinas.

--Pero, según apunta el libro, nunca ha habido tantos intérpretes y opinadores que no dicen más allá de lo que cabía esperar, la opinión dominante, incluso con ribetes de crítica, que al final no aclaran nada.

--La tarea intelectual no tiene otra justificación que la ruptura de esa previsibilidad. La verdad ha de ser buscada fuera de la unanimidad. En unas épocas la filosofía tuvo como tarea la lucha contra el error teórico. En otras ha sido luchar contra la mentira, la miseria y así. En este momento, tiene el referente negativo de la banalidad.

--´La banalidad del bien´, dice, citando a Martín Walser.

--Creo que la buena conciencia se compra ahora con una cierta facilidad. Hay discursos que están al alcance de cualquiera. La moral, la buena conciencia, se ha convertido en un elemento más del bienestar psicológico del individuo. Eso debemos ponerlo en cuestión.

--La verdad no equivale a sinceridad, dice su libro. Verdad no es contrario a mentira, sino al automatismo y a la rutina.

--Ahora mismo el tema de la verdad no se plantea tanto en desvelar a unos mentirosos, porque se miente poco. No es que cuando un telediario o un político habla mienta o deje de mentir, sino que su discurso es irrelevante, trivial, banal.

--Refutarlos sería absurdo. La crítica, entonces, se reprime

--Yo diría que se despotencia, se neutraliza. La buena crítica no tiene nada que ver con la radicalidad de los gestos, sino con unas buenas observaciones. Y sin eso no se puede hoy hacer crítica social, porque las críticas gestualizadas son desactivadas por el sistema o subvencionadas. No ponen en apuros a nadie.

--La obsesión actual por lo visual. Todo está a la vista, pero los poderes son cada vez más invisibles.

--En el mundo actual el poder está tan repartido, disperso y difuso que hay demasiada gente que manda y es muy difícilmente imputable la responsabilidad. Hay una cierta nostalgia por normas claras, orden, valores indiscutibles, el amo... En las elecciones americanas se ha mostrado esto.

--Las guerras son ahora asimétricas, por emplear un término suyo. ¿También ha cambiado el miedo?

--Si. Parece que el miedo se va a convertir en el próximo aglutinante ideológico. Así como el del siglo XIX pudo ser la cuestión social, eso ahora ya no funciona. Por ejemplo, en EEUU todo el intento de Kerry fue dirigir la atención hacia la sociedad visible en el sentido tradicional: seguridad social, sanidad, desigualdades, educación... Bush fue más hábil. Dirigió la atención hacia los valores de la sociedad invisible: el miedo, el patriotismo, la identidad, la hegemonía... Y ha ganado. En la cultura actual son más poderosas las cosas invisibles que las visibles.

--¿Hay un futuro alternativo?

--Las viejas utopías pensaron la posibilidad de alcanzar una sociedad como una maquinaria perfecta, de manera que no hubira posibilidad de modificar nada. Se convirtieron en totalitarias porque imaginaron que todo quedaba terminado, cerrado. La verdadera utopía debe dejar el futuro abierto. Un elemento de imprevisibilidad. Que las generaciones venideras aumenten la riqueza de opciones, que eso es una de las dimensiones de nuestra libertad.