"Esta obra ha dejado mudas a todas las estatuas modernas y antiguas, griegas o latinas". Con esas palabras escritas en un italiano del Renacimiento, el gran biógrafo Giorgio Vasari describió la mayúscula sorpresa que provocó a los florentinos el descubrimiento de la estatua David, que Miguel Angel Buonarroti esculpió cuando tenía tan sólo 26 años. Había empleado 24 meses en transformar un bloque imperfecto de mármol sacado de una cantera cercana a Carrara en lo que ayer, conmemorando sus 500 años de vida, fue calificado por varias personalidades como un "símbolo de la cultura y del saber" y un "emblema contra la cultura de la muerte que hoy nos rodea".

La conmemoración coincide con una curiosa provocación de la Academia de Florencia --donde está instalado el David--, que ha decidido colocar por primera vez cinco obras modernas en las salas del museo donde se conserva la estatua original. Cinco piezas de George Baselitz, Luciano Fabro, Jannis Kounellis, Robert Morris y del fotógrafo Thomas Struch que, en el aniversario, "dialogan con el David" sobre los cambios introducidos en las formas artísticas durante los últimos 500 años.

El gigante de mármol, como lo definió Vasari, fue expuesto por primera vez en Florencia el 8 de septiembre de 1504, fiesta de la Vírgen María. Emplearon 24 días en trasladarlo desde el taller del artista hasta el Palazzo dei Signori, hoy conocido como Pallazzo della Signoria. El desplazamiento se hizo llevando la obra colgada en el centro de un verdadero castillo de maderos, para que "balanceándose no se rompiera", y arrastrándola lentamente con unos árganos. Los florentinos, que habían acudido en masa a presenciar el evento, prorrumpieron en un sonoro "¡oooh!" que pasó a la historia gracias a las crónicas periodísticas de la época. Aquellos momentos fueron recordados ayer precisamente con la lectura del emocionado relato de Vasari, recitado por la actriz y directora teatral Lucia Poli.

La obra actual a la que se ha tratado con agua doblemente destilada, carece de los dorados que le puso Miguel Angel y ha sufrido varios percances: en 1512 un rayo cayó en su base y durante unos motines populares de 1527 se produjo una fractura en el brazo izquierdo. También le rompieron los dedos medio derecho y el meñique. En 1991 un loco rompió uno de los dedos del pie izquierdo.