Los triunfos de Serafín Marín y Antón Cortes, de dos y una oreja, respectivamente, ayer en San Sebastián, no dicen gran cosa en comparación con lo bueno que aportaron los toros de la ganadería de San Martín, a pesar de la consistencia que tuvo la primera faena de Marín.

Los toros estuvieron bien presentados, en el tipo santacolomeño que define el encaste de esta ganadería, sin exageraciones de volumen pero serios y con trapío. En general mansearon en el caballo, pero viniéndose la mayoría arriba en la muleta. Buenos, primero, tercero y quinto; el segundo, sosito y apagado; el cuarto, complicado; el sexto, un toro con temperamento y muy toreable, todavía mejor.

Miguel Abellán: media estocada (ovación); y estocada (ovación). Antón Cortés: pinchazo, estocada y dos descabellos (silencio tras un aviso); y estocada (una oreja). Serafín Marín: estocada ladeada y cruzada (una oreja); y pinchazo y estocada (una oreja). La plaza registró algo más de media entrada en tarde espléndida.

Se quedaron cortos los toreros, aunque esta última apreciación no se puede aplicar a los tres con la misma severidad. Estuvieron claramente por debajo cada uno de un toro Abellán y Cortés, a pesar de la oreja que cortó éste último. Y Marín hizo lo más importante de la tarde en su primero, aunque tampoco estuvo del todo a la altura de las circunstancias en el sexto.

En el haber de Marín, su disposición y firmeza, la forma de colocarse frente a los toros: la muleta por delante, la figura impávida y mucho aguante para resistir a los toros.