Es cierto que, a lo largo de su carrera en la NBA, Dennis Rodman jugó en cinco clubs; y que es durante su estancia en el tercero, los Bulls de Chicago, que alcanzó fama mundial propia de 'superstar'. Pero para los fans, los de él y los de la edad de oro del baloncesto estadounidense, 'el Gusano' -ese fue su apodo desde niño- siempre será uno de los Pistons de Detroit, y en concreto uno de los que alcanzaron la gloria ganando dos veces consecutivas el campeonato, en el 89 y el 90, al tiempo que se erigían en uno de los equipos más queridos y también de los más odiados de la historia del deporte.

Liderados por el gran Isaiah Thomas, ellos disfrutaban del desprecio ajeno, y lo usaban como gasolina. Eran los Bad Boys, los chicos malos; sucios, groseros, dispuestos a presionar y agitar y golpear más que ningún otro equipo nunca antes, defendiendo con disciplina militar y primando al conjunto sobre las individualidades. Y esa actitud personificaba el espíritu de Detroit, la Ciudad del Motor, un entorno proletario, feroz y duro como el acero que, no es casual, en su día había sido cuna del rock más salvaje.

Después de todo, lo que provocaron los Pistons en las canchas a finales de los 80 no es muy distinto de lo que MC5 y los Stooges de Iggy Pop habían provocado sobre los escenarios a finales de los 60: un chute de adrenalina en el corazón de la cultura popular, y una auténtica revolución. Los Bad Boys acabaron con el dominio que, ante la admiración general, los Lakers y los Celtics llevaban años imponiendo en la NBA; MC5 y The Stooges expulsaron de la ciudad el sonido satinado de Motown Records y la convirtieron en el último bastión contra el avance de la psicodelia y el rock progresivo. Aquellos Pistons y aquellas dos bandas se convirtieron en sinónimo de peligro para el 'establishment' y, aunque ni unos no otros duraron mucho -The Stooges volvieron en la pasada década, sí, pero no era lo mismo-, su influencia fue inmensa, en el baloncesto de los 90 y en todo el rock posterior.

Las similitudes van más allá. Al escuchar el primer disco de MC5, 'Kick Out the Jams' (1969), resulta fácil comparar los fieros ataques de sus dos guitarristas, Fred Sonic Smith y Wayne Kramer, con las evoluciones de los Bad Boys sobre la pista y en concreto, por ejemplo, con las brutales defensas cuerpo a cuerpo de Rick Mahorn y Bill Laimbeer; si el sonido de los Stooges trae a la mente un martillo neumático en funcionamiento, lo mismo puede decirse de los ataques con balón orquestados por Thomas y Joe Dumars, llenos de electricidad y sin florituras. Y revisando vídeos de Rodman en acción, y comprobando cómo se retorcía en la pista justo igual que Iggy en escena -es decir, como un perro rabioso que acaba de tragarse una serpiente viva-, queda claro que 'el Gusano' bien podría haber sido una Iguana.