Los propietarios de los cines levantan hoy sus persianas cruzando los dedos. Lo hacen para que el público asista en masa, atraído por la bajada de precios. Es miércoles, el nuevo día del espectador, según decretó el sector la semana pasada. Todos los miércoles no festivos desde hoy y hasta el 15 de abril las entradas para cualquier sesión de cualquier película (española o extranjera) no costarán los ocho o nueve euros habituales sino que serán 'low cost'.

Cada sala ha decidido libremente su precio (un pacto de la patronal sería imposible porque chocaría con las leyes de la competencia), pero grandes cadenas como Yelmo, Cinesa, Renoir, Lauren y Balañá llevan días anunciando en sus webs que las entradas de Los miércoles al cine costarán 3,90 euros (a lo que hay que añadir suplementos si el filme es en 3D). La cadena Verdi también se ha adherido a la iniciativa, pero pondrá sus tíquets a cuatro euros.

El nuevo precio de los miércoles es algo más caro que el de la Fiesta del cine, iniciativa copiada de Francia y que las salas españolas llevan realizando varios años. En la última edición (tres días laborables el pasado mes de octubre) registró un récord: se vendieron un millón y medio de entradas.

Con el IVA más alto de zona euro, las salas están de capa caída. Hay que remontarse a 1988 para encontrar cifras tan bajas de asistencia a las salas, según el presidente de la entidad de gestión de derechos de los productores, Enrique Cerezo. Ante este panorama, el llenazo y las colas de la Fiesta del cine insuflaron optimismo a los exhibidores, que decidieron debatir medidas conjuntas para volver a enamorar al público. En noviembre, en una de esas reuniones patronales, se tomó la decisión de decretar un día de entradas low cost, así como realizar dos Fiestas del cine al año en lugar de una.

ROMPER LA BARAJA

Días más tarde, cuando aún no se había hecho público el acuerdo, los dos gigantes de la exhibición, Yelmo y Cinesa, rompieron la baraja y anunciaron por su cuenta que durante tres días sus entradas costarían 3,50 euros. El resto de cadenas vieron con malos ojos la iniciativa (se trataba de ir todos a una y no cada uno por su lado), pero, sin embargo, el público la vio con ojos exquisitos. En tres días, ambas cadenas prácticamente triplicaron su taquilla.

La semana pasada, y una vez templada la tormenta en el sector, la Federación de Cines (FECE) anunció a bombo y platillo los precios especiales para los miércoles, iniciativa que cuenta con el apoyo institucional (que no económico) del Ministerio de Cultura y a la que se han adherido de forma voluntaria 358 salas de toda España. También el cine Verdi, que tienen sus propias medidas para seducir al público (las entradas de la sesión de las 16.00 horas son más baratas) y que, sin embargo, no se apuntó a la Fiesta del Cine.

Fuentes de FECE dejan claro que Los miércoles al cine son «consecuencia del esfuerzo de la industria por adaptarse a la demanda del mercado». La patronal también asegura que el día low cost tiene por objetivo «fomentar la asistencia a las salas como un hábito cultural y social». Además de lanzar un guiño a su público más fiel, los exhibidores lo que pretenden con esta iniciativa es meter en una sala de cine a esos espectadores que han dejado de ver películas en pantalla grande.

Bajar el precio de los tíquets es algo que está en el centro del debate de la industria cinematográfica. No solo el público es el que lo demanda sino que los miembros del sector también se han hecho eco. «Que una entrada cueste 9,20 euros es una salvajada», declaraba el domingo en estas mismas páginas la actriz Elena Anaya. En una reciente entrevista en La Sexta, el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, se mostró a favor de que los cines bajaran el precio. Eso sí, no dijo nada de la posibilidad de reducir a corto plazo el IVA cultural, que el Gobierno del PP subió al 21%.