Para Lina Vila, la exposición que ayer se inauguró en el Paraninfo de la Universidad (salas Goya y Saura) y que lleva por título La vida en los pliegues, es «un diario de vida y de mis obsesiones», aseguró; y esto son cosas «que no elegimos nosotros». A la pintora zaragozana, que se mostró «emocionada» por exponer un centenar de sus obras en el Paraninfo, le gustaría que su obra transmitiese «algo». Porque todos hemos vivido y sufrido «sucesos» como «pérdidas, enamoramientos, felicidad... y cualquiera puede verse reconocido».

Y es que La vida en los pliegues no deja de ser una autobiografía de la autora que, en un principio vio «complicado resumir su trayectoria porque pensó que no tenía trayectoria», explicó la comisaria, Chus Tudelilla. Sin embargo, el trabajo les ha llevado hacia esos pliegues «donde ocurre todo, bien sea en el papel o en la piel». Porque todo lo que se cuenta a través de las obras, Lina Vila lo ha vivido y es esa experiencia lo que plasma en sus obras, pero «no es solo una experiencia privada sino que pasa a ser universal y todos nos sentimos representandos», señaló Tudelilla.

La primera sala, la Goya, se refiere a sus primeras obras, relacionadas con su vida. El paseo comienza con Casa cobijo (que también se vislumbra al pasar al salir de ella), donde aparece una casa con grandes nubarrones encima, con la que quiere mostrar que «no hay lugar en el que escondernos y protegernos». También hay «momentos vacíos, momentos en los que no hay nada que decir», dijo la comisaria, para después añadir que en algunos momentos son tan importantes como las piezas.

Es aquí donde están representados esos momentos que «te dejan para el arrastre» y Lina Vila utiliza la pintura como terapia. Son momentos como Canciones para después de una guerra, que se expone debajo de otra que hace referencia a la guerra de Afganistán, hechos que a la autora que afectan, igual que otros más próximos, que se ven representados en Padre. O en Octubre 2011, donde corazones y llamas se unen para mostrar cómo se sintió Vila tras la muerte de su compañero, Félix Romeo.

La segunda sala se refiere a la época más actual, donde hay más color porque Lina Vila se adentra en su jardín, donde «no faltan lobos, hay peligros y tentaciones» de ahí que se cuelen las flores y los insectos, presentes en muchas de sus obras. «Uno siempre pinta la misma obra, todo mi trabajo tiene una referencia barroca», reconoció Lina Vila, que insistió en que los «cuadros muestran que somos fugaces y nos aferramos al núcleo», igual que hacen los insectos dan vueltas para acercarse a las flores. También hay referencia a aquellas mujeres que usaban los bodegones como una vanitas de la vida. «Todo es efímero, somos fugaces, somos vanidad de vanidades», señaló.

Lina Vila utiliza varias técnicas, a las que se acerca «según lo que quiere expresar». Si es algo intuitivo «juego con el agua, con la acuarela que es muy sensible», reconoció; si tiene algo muy claro y «quiero meditarlo voy al lápiz, que es un trabajo lento y reflexivo»; mientras que la pintura es «para cuando quiero algo con más peso». También hay bordado, con el que quiere rendir homenaje a su abuela, ciega, a la «que ayudaba a remendar».