Como vivienda de los más pobres fueron durante mucho tiempo escenario de dolor pero ahora, iluminadas por la última película de Pedro Almodóvar, las cuevas de Paterna viven sus días de gloria y, tras arrasar el filme del manchego en los premios Goya, lo mejor puede que esté por llegar.

De probable origen morisco, estas humildes casas ganaron las suaves cimas en las que se monta el pueblo gracias a su terreno a la vez firme y no demasiado compacto. Hubo barrios enteros de ellas en esta localidad cercana a Valencia. De hecho, en 1940 había más de 500 y en ellas vivían el 20% de sus habitantes.

Es en esa época de la posguerra cuando aparecen como uno de los grandes escenarios de Dolor y Gloria. A ellas llegan el niño Salvador Mallo y su madre Jacinta, es decir Penélope Cruz. Es lo mejor que ha podido conseguir Venancio, el padre de familia.

Sin ser estrictamente autobiográfica, es la película en la que Almodóvar más se ha retratado y también ha ocurrido con los escenarios. Si el piso del ya afamado director de cine Salvador Mallo es una replica del que habita en Madrid, cuadros y parte del mobiliario incluidos, algo parecido ocurre con las cuevas.

Las hay en Moral de Calatrava a escasos 20 kilómetros de Calzada de Calatrava, donde nació Almodóvar en 1949 y donde vivió sus ocho primeros años. Después dejó Ciudad Real para trasladarse a una casa del pueblo extremeño de Orellana la Vieja hecha con adobe en un barrio que le recordaba "al Salvaje Oeste". Sin ser literal, 'Dolor y gloria' recoge "la precariedad" en la que se crió Almodóvar.

Quince años de espera

Almodóvar vio su infancia reflejada en estas cuevas de Paterna hace ya mucho tiempo, como él mismo ha explicado. "Descubrí las cuevas de Paterna hace 15 años cuando estaba localizando para 'La mala educación' y me quedé enamorado", recuerda. No le encajaban en aquella película. "Pero pensé que me gustaría muchísimo rodar una película allí", ha dicho.

El momento llegó en julio del 2018. "Las cuevas están llenas de vida, es uno de mis escenarios favoritos de la película", apunta el manchego, que admite que temió que fuera tarde y ya no estuvieran allí.

El desarrollo urbano de los años 60 y 70 había acabado con buena parte de ellas y apenas quedan unas ochenta, algunas como dependencias municipales y unas veinte como viviendas.

Son las menos las que están habitadas durante todo el año y las más las que se conservan como legado familiar en una lucha a brazo partido contra el olvido y el paso del tiempo. En diciembre se hundió el techo de una de ellas, un motivo más para acelerar el plan para restringir al máximo el tráfico que aún rueda sobre sus techos.

El tragaluz de Penélope

Las cuevas del entorno de la Torre están protegidas desde 1971 y fue allí donde rodó Almodóvar. Fundamentalmente en los exteriores, salpicados por uno de los elementos de identidad más reconocibles de las cuevas.

"Quería contraponer los recuerdos sombríos y de humillación que tiene una madre pobre de la posguerra con la ilusión del niño que se conforma con ver el sol a través del tragaluz", desgrana Almodóvar. El joven pensaba en la magia de la luz y la mujer en la lluvia que se iba a colar por allí.

Eso le pasaba a Jacinta pero a Penélope Cruz las cuevas la cautivaron. "Es un lugar mágico, había oído hablar mucho del sitio pero no había estado nunca y me inspiró mucho. Me ayudó mucho a sacar el personaje adelante, a entender cómo vivía esta mujer, con ese niño y ese marido. Es uno de los lugares más especiales en los que he rodado", admite la actriz madrileña.

Copia exacta

Para grabar la gran mayoría de las escenas interiores se reprodujo una de esas cuevas en un estudio de Madrid. "Clavaron hasta los desconchones", explican en Paterna. Pero ganaron un espacio clave para tiros de cámara, sonido o iluminación.

El pueblo valenciano trata ahora de explotar el efecto Almodóvar con una ruta por los escenarios de la película y se ha reproducido el ambiente que transmite el largometraje en una cueva habilitada como espacio cultural.

Paterna exhibe con orgullo esa promoción, casi tanto como el que le produce que en la película se nombre al pueblo, saltándose así Almodóvar su norma de no identificar ninguno en concreto.

Pero parece que el manchego tiene un pálpito."Tengo la impresión de que Paterna y las cuevas nos han dado suerte y nos van a dar suerte en la carrera de la película", afirma. Los Oscar están a la vuelta de la esquina.