Conjugar el arte y la naturaleza, convertir los materiales propios de una zona en elementos artísticos, revitalizar territorios rurales e industriales con propuestas plásticas. La compañía de danza Dies Irae De Natura Sonoris ha dado el primer paso para dar una nueva dimensión a las minas de Ojos Negros, con una intervención escultórica que pretende ser el germen de un proyecto más amplio que aproveche los recursos de este singular espacio minero.

Impulsado por el ayuntamiento de la localidad turolense de Ojos Negros y con el apoyo de una decena de empresas aragonesas, Dies Irae ha llevado a cabo en una de las minas de la localidad una propuesta tan arriesgada como sugerente y que, en realidad, se componen de dos partes diferentes pero no diferenciadas en su concepción. Por un lado, la elaboración de un elemento escultórico fijo. Por otro, una obra coreográfica que fue siguiendo el compás de la construcción de la pieza material y que ha sido grabada para ser la base de un documental.

"Nuestra idea es realizar intervenciones artísticas tanto en la naturaleza como en zonas industriales, con la intención de dar vida de alguna forma a espacios de ya de por sí bellos, pero que requieren nuevos elementos de atención", explica Alfredo Sáez, cabeza visible de Dies Irae junto a Belén Pérez.

ESCULTURA EN DANZA

Así, Sáez y Pérez plantearon el proyecto al Ayuntamiento de Ojos Negros "y lo llevamos adelante", cuentan. De esta forma, los componentes de Dies Irae se lanzaron a montar una estructura sobre el suelo ferroso de la mina "a base de material de acero y relleno de cuarcitas, pizarras, material de la mina y plantas de la zona", explica Alfredo Sáez. La figura, según explica el autor, representa "la figura de un hombre y una mujer con una cabeza común, realizados con figuras geométricas esenciales".

Pero la puesta en escena del proceso de realización de la figura conllevó al mismo tiempo un trabajo coreográfico que pusieron en danza los bailarines Ana Colás, Ingrid Magriñá, Ahitana Trufero y Chema López y que fue grabado por el cineasta Víctor Lope. "La idea es realizar la obra escultórica y coreográfica al mismo tiempo y grabarlo. Se hizo en 35 milímetros todo el proceso de forma que por un lado en la construcción se iba deprisa mientras que los movimientos coreográficos iban a ritmo más lento, al estar pensados para las velocidades de la cámara y teniendo en cuenta el final de la película", explica Belén Pérez.

Además de la grabación audiovisual, el proceso también fue registrado en foto fija, incluso desde el aire, que es desde donde mejor se aprecia, "aunque puede verse perfectamente desde el denominado Mirador del Lobo, y claro, también bajar al fondo y tocarlo", apunta Sáez.

La figura, en principio, podrá verse hasta final del verano, "pero la idea es que se quede fija y que, además, se añadan otras aportaciones artísticas para poder crear un parque escultórico como se ha hecho en Asturias aprovechando los vestigios industriales, pues aquí están las casas de los mineros y otras infraestructuras que podrían reconvertirse para realizar encuentros científicos, de artistas, etc", cuenta Sáez, quien explica que para que todo el proyecto sea posible son necesarios una serie de permisos de las instituciones en materia de minería que deben ser todavía negociados por el ayuntamiento.