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Que baje Dios y

lo vea

Curro Velázquez

Cada cierto tiempo, el cine español nos tortura con una comedia imposible de justificar. Ocho apellidos vascos tuvo un efecto pernicioso a la hora de promover que se manufacturaran productos de baja calidad que han intentado emular ese éxito. Algunas de esas películas son retrógradas, otras zafias, pero lo peor que le puede pasar a una comedia es que te provoque una absoluta indiferencia. Y eso es lo que le pasa a la ópera prima del creador de El chiringuito de Pepe: que cuesta encontrarle un sentido a su existencia. Lo mejor que se puede decir de ella es que no divierte, pero tampoco molesta ni agrede. beatriz martínez