I will survive, la canción que todo el mundo ha hecho suya alguna vez. Adaptada por toda clase de voces (desde Diana Ross a Antony and the Johnsons pasando por Celia Cruz, Enrique Iglesias y REM), último refugio de karaokes en su franja horaria más descocada. Pet Shop Boys admiten su inspiración en It's a sin. Y el Dúo Dinámico en Resistiré. En los 70 fue símbolo de la emancipación femenina y, en los 90, adoptó formas de himno gay. Para desconcierto de su intérprete, Gloria Gaynor, cristiana evangélica que ríe cuando le preguntan cómo lo lleva. "¡El presidente de mi club de fans europeo es gay!", declaraba, encogiéndose de hombros, cuando visitó Barcelona en el 2007.

¿Es justo reducir toda una carrera a una canción? Bueno, en el caso que nos ocupa, la propia artista ha hecho méritos grabando esa pieza, I will survive, una y otra vez, a lo largo de los años, utilizándola para titular discos e ilustrar pegatinas. Alterando el minutaje, la pista vocal e incluso el texto. En una versión de 1982, tras su mutación espiritual, se atrevió a cambiar una frase: "it took all the strength I had not to fall apart" (dediqué todas mis fuerzas a no desmoronarme) se convirtió en "only the Lord could give me strength not to fall apart" (solo Dios pudo darme fuerzas para no desmoronarme). Y así es como la canta desde entonces.

Éxito escondido

Como tantos otros éxitos de la historia del pop, I will survive fue menospreciada al principio por su discográfica. Vio la luz como humilde cara B del disco sencillo protagonizado por una pieza hoy olvidada, Substitute, grabada originalmente por The Righteous Brothers y que Polydor estimó más conveniente para su difusión radiofónica. Gaynor se sintió contrariada, ya que confiaba en las propiedades de I will survive, confirmadas cuando el disc jockey bostoniano Jack King decidió programarla dándole así la vuelta al single. Polydor reaccionó y reeditó el disco con el emergente himno discotequero en su cara A. Momento de revelación para los autores de la pieza, Freddie Perren (que había trabajado para The Jacksons) y Dino Fekaris (compositor para televisión y grupos como Rare Earth).

19 minutos de ritmo

Publicada en octubre de 1978, I will survive impactó en las pistas de baile por su melodramático crescendo, envuelto en cuerdas pero sin coros, con una única voz, la de Gaynor, y por su airado mensaje de liberación y superación. La versión de ocho minutos supone un momento icónico del paroxismo de la era disco, a la que Gaynor ya había contribuido previamente con otras grabaciones, en particular su primer álbum, Never can say goodbye (1975). Un trabajo proto-discotequero, marcado por el Philadelphia sound y su revisión del soul con arreglos orquestales y contornos libidinosos. La cara A de aquel álbum contenía una secuencia de tres canciones, Honey bee y las versiones de Never can say goodbye y Reach out, I'll be there, enlazadas sin pausas, con 19 minutos de ritmo, que resultó influyente en embrionaria disco music.

Un género que surgió en un momento de recesión mundial, tras la crisis del petróleo de 1973. El rock, cada vez más intrincado y experimental, se alejaba de las discotecas, y la industria fomentó una música para la evasión; un producto de estudio que sumía al oyente en un imaginario hedonista y escapista. La entrada de una discoteca era más barata que la de un concierto, y I will survive caló hondo con su invitación a combatir las adversidades con una actitud de desafío.

La canción fue el cénit de una Gaynor que en los 80 tuvo menos fortuna, y que luego se subió a la ola del revival abanderando las propiedades beneficiosas de I will survive: en el libro We will survive (2013) recoge testimonios reales de superación y crecimiento a través de la canción. Gaynor cumplirá 65 años en septiembre. Y siempre es gratificante pensar que tu gran éxito no es solo una melodía afortunada sino que ha contribuido a hacer más felices algunas vidas.