No es una exposición de videojuegos, ni de retromanía, ni siquiera para nostálgicos jugones, si no que es arte. Y eso que la gran protagonista es la Game Boy, sí, esa que hizo furor hace unas décadas y que ahora cumple su 30 aniversario. La muestra, que puede verse en Etopia hasta el 11 de octubre, celebra la efeméride con esta exposición titulada Una consola en el mundo del arte, que recoge 13 obras de 12 artistas de nueve nacionalidades que reinterpretan esta mítica consola portátil en clave artística desde la recreación, reutilización y reciclaje del soporte tecnológico.

Esta exposición evita «el concepto gamer o maker solo, porque es artística», hizo hincapié Sergio Artiaga, coordinador técnico y uno de los responsables de Trazacultura, ya que pretende llegar a dos tipos de público, el general, personas que «quieren acercarse al arte emergente» y lo hacen a través de este objeto cercano; y a otro ya más «interesado en el arte actual». Junto a Artiaga presentaron la iniciativa Elena Giner, concejala de Participación Ciudadana; Juan Pradas, el gestor de actividades de Etopia; y Carlota Santabárbara, comisaria de la muestra. También estuvieron presentes tres artistas nacionales, Raquel Meyers, Davit Ruiz e Ira Torres, la única aragonesa.

Santabárbara destacó que muchos artistas utilizan la Game Boy como medio artístico, «modificándolo para crear una metáfora». Aparece como gran protagonista la cámara de la consola (donde el pixel es esencial), con la que fotógrafos profesionales «reflexionan sobre la deshumanización de la realidad».

Se trata de una muestra muy heterogénea y muy actual ya que la «obsolescencia tecnológica» tiene que convivir con la más nueva. Y de hecho, la Game Boy sigue funcionando, aunque sea de otra manera.

Raquel Meyers, por ejemplo, muestra una selección de vídeos, en los que lleva realizando desde 2004. «Trabajo las tecnologías obsoletas», reconoció, de ahí sus vídeos con estética 8-bit, para artistas como Jellica & Dr Dru, Mitch Wade Cole y Ceephax Acid Crew. Lo que le atrae de la Game boy son «las posibilidades que me ofrecen para crear un universo» propio y porque para tratarlo «se necesita paciencia. Algo que debería ser obsoleto te permite crear universos», aseguró Meyers, que el 13 de septiembre ofrecerá una performance con Meneo.

EL MUNDO VIRTUAL / Davit Ruiz presenta un fotolibro de imágenes realizadas con una Game Boy y lo hace con la cámara de la consola para «despegarme de las ataduras», señaló, y al mismo tiempo para ser «consciente de una herramienta que sigue funcionando». Diferente es la obra de Calbayrac, que también presenta fotografías para provocar una abstracción de la realidad.

La obra de la zaragozana Ira Torres llama la atención. Su unknown destroyer propone un «diálogo entre el mundo virtual y el real». Se trata de una figura femenina, una escultura blanca donde solo es negro el pasamontañas «con el que podemos refugiarnos en un mundo virtual» y la consola, señaló la artista. Considera que la Game Boy es un símbolo para su generación, y supone una «ruptura con los antiguos ídolos, necesarios para tener nuevos ídolos», y con ella trata de ver cómo el mundo virtual y el streaming se ha ido integrando en la realidad y «puede modificar las relaciones sociales».

Canogar presenta Game over, que habla de la obsolescencia, a través de piezas que parecen restos arqueológicos que con una proyección cenital del vídeo parece que cobran vida. Ahí están los personajes de Mario Bros mocon sus movimientos característicos.

Pero también puede disfrutarse de la música de Toriena, de Bubblyfish, que toma la Game Boy como fuente de sonido que manipula con el ordenador; de dibujos en blanco y negro sobre una red pixelada de Paul Catanese; de los vídeos de Maia Koening y de Clint Enns; de la pistola adaptada a la consola de Vitol. Gijs Gieskes muestra dos obras, una consiste en un proceso de circuit bending para posibilitar la modificación de la velocidad de la consola; y otras, que recuerdan cómo se conoce a la consola, como ladrillo, que está representado con un molde en negativo.