En las horas que siguieron a los atentados del 11 de marzo en Madrid hubo mucho trasiego de llamadas y mensajes. Algunos eran de alivio o socorro, comunicaciones urgentes para confirmar la vida al otro lado del teléfono o compartir el horror. Pero pronto empezaron a aflorar recados en forma de poesía como antídoto contra el dolor. En pocos días, páginas de internet, escaparates de librerías y murales callejeros se llenaron de palabras de poetas que trataban de buscarle un sentido a tanto espanto.

Más de 200 de esos poemas han sido reunidos en dos volúmenes que ayer vieron la luz en la Feria del Libro de Madrid. Sus títulos son similares y complementarios: Madrid, once de marzo. Poemas para el recuerdo (publicado por Pre-Textos) y 11-M: Poemas contra el olvido (Bartleby Editores). Los beneficios de la venta irán a parar a las asociaciones de víctimas del terrorismo.

Entre las piezas incluidas las hay de rabia, de indignación, de cariño y de dolor. De denuncia, de humor negro y de compasión. Pero todas tienen en común haber sido escritas bajo el impacto de las explosiones aún recientes. Y de manera espontánea. El libro de Pre-Textos surgió de una idea de la librería Rafael Alberti de Madrid. El día siguiente a los atentados, los responsables del establecimiento pidieron a varios poetas que escribieran versos para colgarlos en los escaparates en señal de homenaje a las víctimas. En cuestión de horas, la fachada de la librería estaba forrada de poemas.

MUERTE Y OLVIDO

"Escribimos estos versos, y ahora los hemos reunido, porque no queríamos que el horror ganara por partida doble, con la muerte de las víctimas y con nuestro olvido", explicó ayer el escritor Eduardo Jordá, coordinador del volumen en compañía del poeta José Mateos y autor de uno de los 90 poemas que contiene el libro, entre los que también figuran piezas compuestas por Luis Antonio de Villena, José Manuel Caballero Bonald, Carlos Marzal, Marcos Ricardo Barnatán, Andrés Trapiello, Antonio Colinas, Manuel Rivas, Luis García Montero y Benjamín Prado, entre otros. Los cinco últimos nombres citados repiten firma en ambos volúmenes.

Madrid, once de marzo incluye versos escritos en las cuatro lenguas oficiales en el Estado. Cuatro poemas aparecen en gallego, cinco en euskera y seis en catalán, con traducciones al castellano firmadas por los propios autores. Josep Maria Nogueras leyó ayer en la feria su poema El corazón herido , y, aunque renunció a hablar en nombre de todos los poetas que figuran en el libro, sí proclamó: "El dolor del 11 de marzo fue el dolor de todos los catalanes".

PLURILING E

Eduardo Jordá justificó la opción plurilingüe afirmando que los encargados de la edición habían pretendido "que el dolor se expresara en las cuatro lenguas hispánicas" en un libro que dejara constancia de una circunstancia poco frecuente: "Que los poetas nos habíamos unido en la que es una de nuestras fuentes más verdaderas: el dolor".

11-M: Poemas contra el olvido tuvo una génesis similar. "En los días que siguieron a los atentados, nuestros ordenadores se llenaron de poemas que nos intercambiábamos unos con otros. No había un acto en el que alguien no leyera algún verso relacionado con este tema", detalló Pepo Paz, responsable del sello Bartleby. Varios de los poemas reunidos por esta editorial --y que Paz describió como "tristes pero a la vez hermosos"-- provienen de Estados Unidos, Latinoamérica y Australia, pero todos interpretan de distinta manera el mismo dolor.

Entre los firmantes están Luis Eduardo Aute, Felipe Benítez Reyes, Juan Cruz, Antonio Gamoneda, Andrés Sánchez Robayna y Angelina Gatell, a los que se han sumado los artistas plásticos Ricardo Zamorano, Granados Valdés y Mercedes Carretero, que ha ilustrado la portada.

Félix Grande leyó ayer en la feria su poema, adaptación de otro de César Vallejo. "Pensé enviar uno que escribí hace 30 años por la guerra de Vietnam y que resulta muy actual", explicó. También leyó sus versos Diego Jesús Jiménez, quien oyó desde su dormitorio las bombas de Atocha. "Vivo a 100 metros. Primero sonaron las explosiones. Luego, gente pidiendo mantas a gritos. No quieran que les cuente el horror al que tuve que asistir", señaló el poeta.