La 50 edición del Festival de Jaca, que se clausuró el pasado domingo con el multitudinario desfile final que recorrió durante casi tres horas las calles del centro de la ciudad, será recordada por el ambiente y los pasacalles, por el espectacular desfile de presentación y el espectáculo inaugural, pero también por las actuaciones en los escenarios del festival —que han contado con una fantástica afluencia de público— , las exposiciones y, sin duda, por el ciclo de conciertos de Lunas del mundo que cada noche ha puesto el broche a las actividades de la jornada.

Sábado y domingo fueron los días de mayor afluencia de público y visitantes en una ciudad que ha visto como su población se ha multiplicado para celebrar la 50 edición de un Festival que está en uno de sus mejores momentos. Con cerca de 350 voluntarios y la implicación en su organización de instituciones, asociaciones, empresarios y sociedad jaquesa en general, la 50ª edición del Festival ha cumplido con las expectativas depositadas en esta conmemoración.

El festival de 2019 ha dejado, pues, las mejores cifras de la etapa reciente, con un importante incremento de público en todos los espectáculos del Festival además de colgar el cartel de vendido, en la mañana del domingo, para las sillas del desfile final. Tanto el Palacio de Congresos como el Pabellón del festival han incrementado su público, llegando hasta casi un 30% en algunos casos, con lleno en las sesiones del sábado.

Asimismo, durante la celebración del festival, las calles y plazas de Jaca se han visto tomadas por la música y las danzas de los grupos participantes y un público deseoso de disfrutar con el folclore, y es que con cinco horas de música y baile cada día y ocho grupos de media en cada uno de los pasacalles, el centro de Jaca se ha convertido en un escenario permanente. Los conciertos de Lunas del mundo, con un público entregado y la participación de los grupos del festival -tanto la prevista como las actuaciones espontáneas que se dieron en el escenario de la plaza Biscós- han mostrado la cara más joven de un festival que se reinventa, propiciando el encuentro entre el folclore tradicional y los ritmos modernos.

Un desfile final con más de 60.000 personas —con un público entregado y los grupos mostrando lo mejor de su folclore— puso el punto y final a una edición que ya forma parte de la historia reciente de la ciudad.