Eduardo Mendoza presenta nuevo libro: El rey recibe (Seix Barral), el primero tras obtener el Premio Cervantes en el 2006. Un libro que narra los principales acontecimientos sociales e históricos de las décadas de los 60 y 70. Y un libro que es y no es unas memorias. Tal cual. Rufo Batalla, el protagonista no es mi alter ego, aunque sí hay puntos de contacto, afirma el escritor, que sí reconoce elementos autobiográficos cronológicos e históricos en el relato. E insiste: No son unas memorias disfrazadas. Es una novela. Pero sí que es verdad que parte de la misma idea que podrían haber partido unas memorias.

Estas memorias que no lo son salen de la necesidad de dejar constancia de una época: No tanto porque yo haya vivido cosas muy interesantes o que nadie sabe sino porque creo que hay que ir dejando constancia, los que nos dedicamos a la narración, de lo que hemos vivido, sino lo contamos nosotros nadie lo contará. Los historiadores contarán lo que sucedió pero cómo lo vivieron las personas en su momento solo lo pueden contar los testigos presenciales, explica Mendoza. Y nacen, también del hastío: No podía hacerlo en forma de memorias porque me aburre muchísimo. Me aburro yo a mí mismo y me aburre contarlo de esta manera y, además, tenía que tener una fidelidad y un rigor en el dato que no me apetecía nada, apunta.

Del 68 al asesinato de Carrero Blanco

Así que optó por inventar un personaje: Un personaje que fuera pasando por los episodios y momentos que a mí me parecen importantes de mi historia personal. Y eso es lo que empecé a hacer y lo que estoy haciendo. Haciendo, en presente, porque El rey recibe es la primera parte de una trilogía que pueden ser cuatro, como los mosqueteros. No me preocupa no tengo ninguna prisa y no tengo que llegar a ninguna parte en un plazo. Hago lo que me da la gana como siempre he hecho.

Los episodios históricos que abarcan este primer volumen parten de las revoluciones del 68 al asesinato de Carrero Blanco, con paradas en la transformación de la sociedad española y en el Nueva York de los 60, cuando empezaron a aflorar los movimientos que definen la contemporaneidad: el feminismo, el despertar gay, la iconoclastia del arte... De la Primavera de Praga al turismo de masas. Todo cabe en: El rey recibe. Una selección temporal e histórica que Mendoza tilda de absurda, pero el libro avanza por donde avanza y, pese a que la idea era llegar a la muerte de Franco, se cansó antes.

Príncipe excéntrico en el exilio

La continuación puede ser o no a partir del día siguiente de cuando acaba El rey recibe, ya se verá. Y el marco temporal de la trilogía (o tetralogía) también lo decidirá el tiempo, aunque la idea inicial es plantarse en el 2000. Por qué? No lo sé. Pero es un número redondo.

Pero como en todo libro de Mendoza, en El rey recibe hay un contrapunto mendoziano, o lo que es lo mismo, humorístico y con cierta sorna. En este caso lo da tanto el protagonista, como todos los del escritor propenso a sumergirse en tramas complejas e inverosímiles, como uno de los personajes de la novela: un excéntrico príncipe en el exilio con intención de recuperar el trono de un país imaginado: Livonia.