Que Lita Cabellut es profeta en su tierra no hay quien lo dude y eso que salió de su Sariñena natal cuando solo tenía 3 meses. Ahora más de 50 años después ha vuelto a casa, a Aragón, por la puerta grande. Más de 22.000 personas han visitado su exposición La victoria del silencio que puede verse en el Museo Goya de Ibercaja; y ayer, en Ibercaja Patio de la Infanta congregó a casi 400 personas en una charla junto al escritor Antón Castro, en la que habló de El oficio de pintar. La pasión de crear, una réplica del primer encuentro celebrado el 14 de febrero y que supo a poco a sus seguidores.

Ver la sala llena emocionó a la pintora porque «significa mucho para un artista», dijo, ya que para ella, «el éxito se traduce cuando la gente hace acto de presencia; esto es lo que cuenta, no si estás entre los grandes críticos sino si estás entre la gente, entendida o no, que se emociona con el arte», reconoció.

Durante la charla, Lita Cabellut explicó por qué La victoria del silencio es tan importante para ella. «Porque está en casa de mi maestro, Goya, y esa es la medalla de honor más grande»; de hecho cuando le dieron la noticia de que iba a exponer en el museo que lleva su nombre, «me eché a llorar». Lo que más le impresiona del de Fuendetodos es que «hay algo más importante que la técnica o el material, y es ver lo que hay alrededor».

La artista habló también de sus orígenes. Cree que «nuestra herencia genética tiene memoria», por eso cuando ya de adulta volvió a Sariñena, «me sentí en casa», reconoció, para después afirmar que «siempre me han gustado los paisajes áridos».

Su primera visita al Prado le impactó, sobre todo Las tres gracias de Rubens y cómo los pintores «eran capaces de crear mundos». Su madre adoptiva usó su deseo de aprender a pintar para que primero aprendiera a leer y escribir. Y lo consiguió.

Su primer maestro le enseñó que «no se borra nada» porque «el arte es un proceso» y el segundo, «la ética».

En los años 80 se fue de España y no volvió «hasta que empecé a crecer emocionalmente» y «me sentí con fuerzas de saber quien soy»; primero en 2013 con una pequeña exposición y ya hace un par de años para otra de gran tamaño.. Para su vuelta física, todavía no está preparada.

En Holanda aprendió pintar minimalismo y abstracción, pero poco a poco se acercó a la figura humana, primero en figuras bíblicas pero «cuando algo se populariza y se vende, me cansa»; y después en el hombre. «Los pintores siempre firmamos nuestro propio retrato», aseguró. Y de hecho, en cada obra de la exposición hay algo de Lita Cabellut, de la mujer que se propuso ser artista y lo consiguió.