Con trece libros a sus espaldas y experiencia laboral en Cadena Ser, Antena 3 y Telemadrid, Marta Robles llegó ayer a Zaragoza para presentar en la sala Ámbito Culturalde El Corte Inglés A menos de cinco centímetros, una novela negra que narra la investigación de un antiguo reportero de guerra reconvertido en detective.

—Tengo entendido que su pasión por la novela negra empezó de muy pequeña, sus profesoras se preocupaban por el carácter macabro de sus redacciones.

—Se quedaban muy preocupadas conmigo. Si eso me hubiese pasado ahora en la actualidad me hubiesen puesto delante de un psicólogo. Por aquel entonces mis lecturas tenían mucho que ver con la novela policiaca, estaba muy entregada a Poe, así que es normal que mi imaginación fuese por esos derroteros. No recuerdo exactamente los relatos que escribía, pero sí que recuerdo una escena en la que el asesino le clavaba un abrecartas en un ojo a un tipo, tenía 12 años. (Ríe)

—¿Cuándo encontró la historia que quería contar?

—Vi una imagen de una guerra en Sierra Leona de un niño soldado de unos 14 años a punto de patearle la cara a otro de cuatro años, pensé que quería escribir la historia de un detective con pasado de corresponsal de guerra, ya que ese pasado le haría ver la vida de otra manera, sabiendo que todos las personas cuando están al límite de sí mismos son capaces de ser infinitamente peores de como imaginaban.

—Su primera incursión en la novela negra fue un relato dentro del libro ‘Obscena’.

—Mi amigo Fernando Marías me embarco en el proyecto, un día me dijo ‘Quiero que escribas un relato porno-criminal’. Al principio no tenía ni idea de cómo iba a hacer eso, la clave era dar argumento al porno dentro de un relato, luego el relato salió solo, fue una historia muy sangrienta, con mucho sexo explícito, pero también con una buena dosis de reivindicación.

—La novela negra americana está muy manida ¿Cómo ha conseguido darle la vuelta?

—Lo importante para no hacer una novela de manual, como muchas de las que se publican ahora, es conocer todas las reglas para después poder saltártelas. Quise darle un cambio al concepto de mujer fatal para presentar un hombre fatal, un concepto que en la literatura española y europea ha estado siempre muy presente, lo que nosotros conocemos como Don Juan. Creo que fue una decisión muy acertada para el siglo XXI.

—Llaman la atención las descripciones en su novela, son tremendamente exhaustivas.

—En mi novela hay dos mundos contrapuestos, uno de un lujo absoluto, que llega a ser obsceno. Para mí era imprescindible que este lujo se percibiese de una manera muy visual, que incluso llegase a molestar, a asfixiar. Por otro lado están los escenarios sórdidos de la novela, garitos, la guerra, la trata de mujeres y niñas…

—La comunidad de críticos acepta unánimemente que el ‘thriller’ erótico tuvo su cenit en los años 90 y que ahora va de capa caída ¿Qué opina usted?

­—Ahora el género vuelve a estar de moda, hasta el punto de que muchas veces se confunden los conceptos de novela negra y policiaca. La novela negra trasciende de la mera investigación policial, hace una radiografía de una sociedad enferma. Existe una tendencia global que denosta el género negro, Borges dijo una vez que al no llegar a aburrir en ningún momento, las academias no podían tomarse en serio el género negro.

—Tengo entendido que ya trabaja en una segunda entrega.

—Así es, el detective protagonista ya está investigando un nuevo caso, le he cogido mucho cariño. Empezaré en agosto.