Antes de que Santiago Lorenzo desterrara al protagonista de Los asquerosos a los bosques, bien enojado con el mundo moderno, un autor nórdico le había retorcido la nariz al Walden de Henry David Thoreau. Se llama Erlend Loe y con Doppler (2004) firmó uno de los libros más divertidos y entrañables, a la vez que malhumorados, de los últimos años. Doppler, que recupera Nórdica, habla de la crisis de un cuarentón, pero (no huyan) no es una crisis como las demás. Aquí no hay adulterios, ni running ni tatuajes desaconsejables. Entre sus páginas hallarán a un bebé alce llamado Bongo, un hijo de soldado de la Wehrmacht, la construcción de un tótem, la muerte de un padre y un severo replanteamiento de la idea de felicidad. Humor huraño, alienación constructiva y el aburrimiento como camino subversivo hacia la gracia.

-¿Cómo definiría el humor noruego y qué lo diferencia del humor inglés, por ejemplo?

-Es un humor basado en quitarle hierro a las cosas, discreto, más oscuro y extraño que el humor inglés. Noruega es pequeña, tradicionalmente pobre, y siempre ha estado en las afueras de todo. Hemos vivido bajo dominio danés y sueco, por lo que arrastramos complejos de patito feo. Es un humor tranquilo, parecido al finlandés. Lúgubre y melancólico. El escritor finlandés Kari Hotakainen cuenta que, cuando pasa tiempo en su casa de verano, su primer pensamiento al escuchar cualquier sonido es: «Oh, Dios mío, espero que nadie venga de visita». Eso es humor nórdico.

- Doppler es en parte una crítica del estilo de vida noruego. ¿Se siente un extranjero entre tus compatriotas?

-No. Soy parte de mi sociedad, pero también la observo, y creo que nos hemos vuelto más individualistas a lo largo de los últimos 50 años, con el descubrimiento de petróleo y el aumento gradual del nivel de vida. Doppler fue una reacción a eso.

-El sentimiento de alienación de Doppler está demasiado bien explicado para que sea ficción pura. ¿Se siente a menudo solo en la multitud?

-Me sentí un poco solo en la escuela, y también de joven, eso es cierto. Pero no de una manera dramática. No padezco ansiedad social, aunque prefiero estar solo, o con pocas personas. La forma de vida española, o el cliché de la vida española, con amigos y familiares siempre alrededor, sería demasiado para mí. Prefiero el silencio.

-Una descripción simplista de la trama sería: a Doppler se le va la pinza.

-Desde mi punto de vista, él no está loco, ni siquiera temporalmente. Solo necesita estar solo y pensar. Porque nunca lo ha hecho, ha sido inteligente y eficiente todo el tiempo y jamás se ha parado a meditar nada. No es raro tener algún tipo de crisis a lo largo de la vida. Doppler narra la crisis de un hombre.

-Sus libros son descritos como «naífs», pero en ellos hay demasiada desafección y mala sangre como para que la etiqueta aguante.

-Estoy muy de acuerdo. Escribí una novela llamada Naiv.Super. en 1996, se convirtió en un gran éxito y se tradujo a muchos idiomas [casi un cuarentena]. Es un texto que juega de manera consciente con lo de ser naíf, y acarreo la etiqueta desde entonces. Pero no es acertada. Mis libros no son ingenuos ni infantiles.

-«Los Teletubbies deberían arder en el infierno», afirma Doppler.

-Vi mucha televisión infantil al tener hijos. Algunos de esos programas piden a gritos ser ridiculizados. Otros son buenos, pero dejan de crecer y se convierten en irritantes después de cincuenta visionados. Los Teletubbies funcionan para niños muy pequeños, supongo, pero son destructivos para el cerebro adulto. Si yo fuera un Brueghel moderno, pintaría a los Teletubbies en un paisaje infernal.

-Uno de los temas centrales de Doppler es la paternidad. ¿Se considera mal padre o buen padre?

-Soy bastante buen padre. En mi opinión. Siempre lo he sido. He pasado mucho tiempo con mis hijos. Muchos padres escandinavos lo hacen. Me divierto con ellos y me dan ideas constantemente. Pero debo admitir que, después de divorciarme, solo tengo a mis hijos cada dos semanas, y eso también está bien. Es una nueva libertad que puedo disfrutar porque ya pasé mucho tiempo con ellos.

-¿Su escritura ha cambiado desde Doppler? ¿Si es así, cómo?

-Tras Doppler, algunos de mis libros empezaron a ser más políticos, o al menos a estar más conectados a la sociedad. A veces de formas extrañas. En mi última novela, titulada The animals of Africa, hice que cinco noruegos, cuatro hombres y una mujer, fueran a África para tener relaciones sexuales con animales en peligro de extinción. Es un comentario sobre nuestro estilo de vida. Jodemos a animales todo el día sin pensarlo.

-¿Diría que el personaje que lo tiene más jodido es la esposa de Doppler? Después de todo, pese a su «crisis», él está en el bosque, «encontrándose a sí mismo», mientras que ella está en casa cuidando a los niños.

-Cierto. Aunque acepta la necesidad de Doppler de estar solo por un tiempo. Tal vez incluso sea un alivio para ella. Cuando él no vuelve a casa para el nacimiento de su nuevo hijo, su ausencia es demasiado. No es aburrida o anticuada. Es moderna e ingeniosa. Pero su esposo comienza a tener necesidades que no tenía antes.