DIRECTOR : Paul Greengrass

INTERPRETES : Matt Damon, Joan Allen

PAIS : EEUU AÑO : 2004

SALAS : Cinesa Augusta, Palafox Indep., Warner, Avenida (Huesca)

El caso Bourne recuperó, hace un par de años, un cierto estilo de cine de espionaje más relacionado con el que se practicó durante y después de la guerra fría, modelo El espía que surgió del frío , y con el laconismo del que siempre hizo gala el fallecido John Frankenheimer, cuya distante Ronin tenía algunos puntos de contacto con aquella primera aventura cinematográfica de Jason Bourne.

Esto no quiere decir que esté desterrada la espectacularidad hollywoodiense en el sentido estricto del término. En El mito de Bourne , igual de interesante y práctica que su antecesora, hay una larga secuencia de persecución automovilística por las calles de Moscú que rivaliza sin problemas con las de Bullitt y French connection, aunque con un estilo visual puesto al día: planos rápidos, angulaciones extremas y montaje de vértigo para una secuencia muy física.

Matt Damon se siente como pez en el agua bajo la mirada perdida y el porte tenso de Jason Bourne, un asesino formado por el servicio de inteligencia estadounidense que intenta aclarar los meandros de su memoria tras haber sufrido un proceso de amnesia.

El inicio de El mito de Bourne guarda una relativa sorpresa y su posterior desarrollo se convierte en la ejecución de una compleja venganza. El protagonista viaja tanto como pueda hacerlo James Bond en sus películas, de una tranquila localidad costera de la India a Berlín, de aquí a Nápoles y finalmente a Moscú.

Pero Bourne tiene poco que ver con el flemático, sibarita y amoral agente 007. El mito de Bourne explora, como la primera película de esta serie, los entresijos morales, mentales y éticos de un espía adiestrado para matar, sin cargar las tintas reflexivas pero ahuyentando el fantasma del relato complaciente.

El realizador británico Paul Greengrass dirige el filme y se trae de su anterior experiencia, Bloody sunday , una especie de documental ficcionado, el estilo fragmentado de contar y mostrar la violencia. Pero El mito de Bourne es también seca, concisa y expeditiva, una fórmula siempre estimable.