Más que de satisfacción, los responsables de la organización del X Salón del Cómic de Zaragoza cerraron ayer sus puertas con una sensación cercana a la euforia. Y eso que no se llegaron a las 16.000 visitas del pasado año. Pero las 14.000 con las que concluye la edición actual, "teniendo en cuenta la crisis y que por primera vez había que pagar", ofrecen un balance "realmente espléndido que nos tiene completamente sorprendidos", apuntaba el coordinador del salón Antolín Terés.

Y es que los malos tiempos parece que ni siquiera han afectado a las ventas, "pues hemos hecho un primer sondeo entre los expositores y señalan que se ha vendido igual que el pasado año", recalca Terés con satisfacción.

El coordinador no da importancia a esas 2.000 visitas menos que en la edición anterior, "pues hay que tener en cuenta que el año pasado era gratis y seguramente esa diferencia puede achacarse a los mirones que venían antes y que ahora, al tener que pagar, no entran".

3.500 NIÑOS Y es que, aunque las cifras se hayan quedado un tanto por debajo del año pasado, la realidad es que son para lucirlas. En total se han vendido 7.000 entradas, se han contabilizado 14.000 visitas o usos, y de ellos unos 3.500 han sido niños, de los cuales, los menores de 12 años, no pagaban. Más datos: el sábado por la tarde se tuvo que cortar el acceso a la Multiusos porque estaba completamente llena. "Se recomendó a la gente que hacía fila que volviese al día siguiente porque hacía frío, pero ahí siguieron, ya que cada vez que salía un grupo de 50 personas se habrían las puertas para otros tantos", cuenta Terés entre la sorpresa y la admiración.

La jornada de ayer fue más tranquila, y no se produjeron las aglomeraciones del sábado. Sin embargo, como explica el coordinador, "el domingo por la mañana es el día de los coleccionistas, de gente con potencial económico que viene a por material concreto. Por ejemplo, un señor bajó desde Huesca para llevarse una colección de Hazañas bélicas. Venía a por ella, pagó 400 euros y se la llevó. El domingo es el día de las transacciones importantes y el sábado, por ejemplo, el de las familias con los niños y las gentes del manga, que luego, por ejemplo, el domingo no madrugan".

Terés destacó también la gran impresión que se han llevado los autores llegados de fuera y los acuerdos alcanzados con dibujantes aragoneses para participar en eventos de otras ciudades. "El salón se ha convertido en un trampolín perfecto para la industria editorial aragonesa, que no es muy potente pero está ahí, cada vez mejor, y ahora puede lanzar sus comics hacia otros sitios", concluye.