Tiene 84 años y más de 130 películas en su haber; es, en otras palabras, historia viva del cine. En el documental My Generation, que ha coproducido y narra, Michael Caine recuerda la revolución que la sociedad británica experimentó durante la década de los 60. La película acaba de presentarse fuera de concurso en la Mostra de Venecia.

-¿Por qué ha querido rendir homenaje a los años 60?

-Fueron muy importantes en mi vida. Yo quise ser actor en una época en la que solo la gente de clase alta podía aspirar a ello, la sociedad británica era muy esnob y clasista. Y la gente de mi generación decidimos rebelarnos contra la de nuestros padres. Mi destino era ser pescadero, como mi padre, y me negué. En esa época compartí piso con Terence Stamp, que hoy es actor famoso, y con John Barry, que ha llegado a ser un compositor de éxito, y con Vidal Sassoon, que fue el peluquero más importante del mundo. Todos de origen proletario. De hecho, toda la gente a la que conocí se acabó haciendo rica.

-¿Qué tipo de contacto tiene con las nuevas generaciones?

-Muy estrecho. No soy uno de esos viejos chochos que viven aislados del mundo. Tengo mi iPhone, mi iMac y mi iPad. Tengo un montón de películas almacenadas y utilizo Airplay para verlas en la pantalla de cine que tengo en casa. Estoy al día.

-¿Y qué piensa cuando ve los telediarios?

-Bueno, hoy en día la clase trabajadora tiene motivos de peso para sentirse decepcionada y hasta traicionada. Hace 40 años nosotros luchamos para liberar a la gente de las ataduras de clase y dar una vida mejor a las generaciones futuras, construimos un sistema nuevo. Pero ahora ese sistema está fallando a la gente. Es decir, la gente sigue teniendo una pensión de jubilación y sanidad gratuita, pero en líneas generales hemos retrocedido.

-Usted es uno de los pocos artistas británicos que ha afirmado públicamente haber votado a favor del ‘brexit’. ¿Por qué lo hizo?

-Porque no quiero ver a mi país en manos de los burócratas de la Unión Europea. Hasta que cumplí 20 años pensaba que Luxemburgo era el nombre de una emisora de radio. Y ahora un hombre llamado Juncker, que solía ser presidente de Luxemburgo, toma decisiones sobre los británicos, y está claro que no le gustamos. Prefiero ser pobre y tener el control de mi destino que ser rico y estar a las órdenes de otro. Quizá ahora Gran Bretaña esté en una posición complicada, pero saldremos de esta.

-Señor Caine, ¿cómo le gustaría ser recordado?

-Preguntado así, parece que esté a punto de morir. Socialmente soy un comunista aunque, ojo, no lo soy en ningún otro ámbito de la vida. Siento que todos somos iguales, y trato igual a un minero y a una reina. No hago distinciones raciales o religiosas. Mi padre era católico, mi madre era protestante, fui educado por judíos y estoy casado con una musulmana.

-Entonces seguro que nunca opina de religión.

-Nunca. Solo diré que creo en Dios. Si has tenido una vida como la mía, ¿cómo no vas a creer en él? No soy un nostálgico. Pero he sido muy afortunado.

-¿Qué importancia da a su carrera actualmente?

-Trabajar se ha convertido en un hobby. Hace tiempo que no tengo que hacerlo para pagar el alquiler. Lo que más me importa es ver a mis nietos hacerse mayores, y por eso me cuido. Ya hace tiempo que no bebo, y procuro comer cosas sanas. Quiero vivir lo suficiente para verles convertidos en adultos.