A los libros surgidos en los últimos años sobre la represión de las fuerzas franquistas en la Guerra Civil y en la postguerra, se suma ahora, por primera vez en Aragón, una obra que aborda, por el contrario, el que se denominó terror rojo . O lo que es lo mismo, la represión de las fuerzas republicanas en las zonas que quedaron bajo su control. Este es el motivo de la obra Los días de llamas de la revolución. Violencia y política en la retaguardia republicana de Zaragoza durante la guerra civil , que ayer presentó en la sala Ambito Cultural de El Corte Inglés su autor, José Luis Ledesma Vera, acompañando por Julián Casanova.

Ledesma ha asumido el reto de estudiar este capítulo histórico "no para equilibrar, sino para tratar de esclarecer las cosas", según apuntó, y con el objetivo tanto de dar una visión completa de lo que fue la violencia de uno y otro bando, como para "depurar de falsificaciones, exageraciones y mitos" el tratamiento que los vencedores hicieron de esta represión republicana, que, por otro lado, alcanzó en Aragón los porcentajes más altos de toda España, con un 8,7 por mil de víctimas frente a las 2,9 por mil de Cataluña, por ejemplo.

Así, en Los días de llamas de la revolución , publicado por la IFC, Ledesma ofrece, más allá de los meros datos de fallecidos, una visión mucho más amplia de los motivos que llevaron a los republicanos a ejercer estas prácticas "que al contrario de lo difundido por la dictadura, no fue una violencia indiscriminada y fruto de incontrolados, sino algo más complejo, determinado por el peso de las armas en el centro de la vida política y características locales".

Ledesma, que argumenta su trabajo con estudios de la violencia, sobre todo revolucionaria, en la década de los años 20 y 30 del siglo pasado en toda Europa, estima que el mayor detonante de estos asesinatos fue "el colapso del estado y el trasvase de la violencia de ese estado fragmentado a una serie de contrapoderes armados, como comités locales, milicianos, etc, que usaron la violencia no sólo para cazar fascistas, sino también para competir entre ellos y hacerse con un espacio político en la revolución, y que en Aragón, al principio de la contienda proliferaron, de ahí que se produjesen tantas víctimas ".

Además, las circunstancias locales contribuyeron a hacer más sangrienta y extensiva una represión que en otros lugares alcanzó a grandes propietarios, dirigentes derechistas o religiosos, "mientras que aquí, además de lo político, por motivos personales o de dependencia económica llegó a pequeños propietarios, labradores, mujeres y rostros mucho más modestos".