ARTISTA Elliott Murphy acompañadopor Olivier Durand

LOCAL Salón de actos de CAI-Luzán

FECHA Sábado, 18 de enero

ASISTENCIA Aforo completo

A punto de cumplir 64 años, el norteamericano Elliott Murphy mantiene en espléndida forma la energía de su juventud y la pasión por el rock. Cronista urbano y narrador intimista, Elliott es una incomprensible pero a la vez gozosa anomalía en el negocio de la música: compositor inspirado e intérprete excepcional, es el eslabón perdido entre el Dylan más arrebatador y el Bruce Springsteen más refinado; ha elaborado una espléndida y abundante discografía desde que debutó con Aquashow, en 1973, pero su éxito no ha estado marcado por las cifras de ventas sino por la belleza e intensidad de las canciones. No es un outsider, pero sí el último dandy del rock de la vieja escuela.

Elliott reside desde hace años en París, y gira regularmente por Europa con banda o acompañado por el notable guitarrista Olivier Durand. Con él actuó el sábado en Zaragoza, en la que es su decimoquinta o decimosexta visita a la ciudad, donde tiene unos seguidores muy entusiastas. Lo hizo en el salón de actos de CAI-Luzán, puso el cartel de no hay billetes y arrebató al público a lo largo de casi dos horas de concierto. Una actuación vibrante en general, con altibajos y trufada con algunos trucos para mantener el tipo sin fisuras (alargar los puentes instrumentales, por ejemplo). Pero, ¡ay!: cada vez que en canciones como On Elvis PresleyIs Birthday desplegaba su magia nos olvidábamos, arrobados, de trucos, altibajos y mandangas varias para disfrutar del Elliot más singular.

Sólo ofreció dos piezas de It Takes A Worried Man, su disco más reciente (Worried Man Blues y Even Steven), pero se paseó con garbo por otras grabaciones ilustres. Armó la primera parte del concierto con temas como Put It Down, Le Future y Nothing Can Take The Places Of You, y confeccionó la segunda mitad con Sonny, Hangin' Out, Best Kiss, Drive All Night, Little Big Man, Last Of The Rock Stars, Caugh Short In The Long Run y Green Rivers, entre otras. Con sentido homenajeó a Lou Red (Walk On The Wild Side) y, con mucho nervio, a David Bowie (Heroes). Un puñado de grandes canciones ardiendo en el fuego inextinguible del rock.