Los libros son uno de los regalos más comunes durante la Navidad y, puede que por eso, en estos días se celebra en Zaragoza la tercera edición de Libros que importan, una suerte de intercambio literario que pretende ir mucho más allá. Jorge Gonzalvo, coordinador de la asociación cultural de fomento de la lectura Atrapavientos e impulsor de esta iniciativa, aseguró ayer que «se comparte literatura pero también se comparten emociones», y es que, para participar es indispensable que el libro que cada uno deje haya significado algo importante cuando se leyó. A cambio, los participantes reciben otro de los libros que alguien haya dejado.

CON DEDICATORIA

Dos son los requisitos que existen para poder dejar un libro: que esté envuelto y que incluya una dedicatoria en la que se explique por qué la obra donada resultó inspiradora para el que lo da. El centro de intercambio está en la plaza del Pilar, frente a una de las puertas de la basílica, en una de las casetas del mercado navideño. Estará abierto hasta el próximo domingo, por la mañana de 11.00 horas a 13.30 y por la tarde de 17.00 a 21.00 horas.

Entre los presentes en la inauguración de Libros que importan había profesionales de ámbitos muy diferentes que decidieron apoyar esta iniciativa. Desde la universidad, el rector José Antonio Mayoral llegaba con un libro de poesía en la mano, Canto a mí mismo, de Walt Whitman, una apuesta personal para «reivindicar la poesía». «Whitman fue uno de los primeros poetas de la naturaleza, y en estos tiempos nunca está de más poner en valor el medio ambiente». Por su parte, Yolanda Polo, vicerrectora de Cultura, donó un libro sobre la perspectiva de género en Aragón, a cambio del cual recibió Autobiografía de un Yogui, que la catedrática calificó de «sorprendente».

El dramaturgo Miguel Ángel Mañas también se acercó al encuentro, y como no podía ser de otra manera su aportación se materializó en forma de compendio de textos teatrales dirigidos a un público juvenil, un regalo que llevaba consigo la intención de incentivar la lectura de teatro «más allá de los clásicos como Lope de Vega y Calderón de la Barca». Todavía con el libro que le dieron a cambio envuelto, confesó que sus gustos son variados, por lo que no le preocupaba demasiado lo que podía contener el paquete.

Alejandro Cortés, director del galardonado cortometraje Carrasca, llegó acompañado de la protagonista de su filme, Teresa Ramón y con la última novela de Rosa Montero, Los tiempos del odio. Según dijo, al azar le pidió que caiga en sus manos un libro «que le haga pensar y que no quiera soltar desde que lo empiece».

Y desde luego especial fue el libro que entregó Agustín Gavín, presidente de Arapaz. No tanto por su contenido (La educación sentimental, de Flaubert) sino por el momento en el que lo leyó: 1972, cuando estuvo preso por sus convicciones políticas. «Cuando pensé en qué libro traer enseguida me vino este a la cabeza. Leer es otra forma de recorrer mundo», dijo Gavín.

4.000 EJEMPLARES

Los libros entregados se dividen en dos categorías: literatura juvenil y de adultos. En los dos años anteriores, se llegaron a intercambiar hasta 4.000 ejemplares, de los cuales, en torno a la mitad, eran nuevos. «Creíamos que la gente iba a traer libros que tuviera en casa, pero parece que nos cuesta desprendernos de esos libros que tenemos manoseados y con manchas de café. Así que esta también es una forma de fomentar la compra de libros», explicó Gonzalvo, que también dijo que era «emocionante» la trayectoria que ha tomado Libros que importan, un proyecto que ya se ha exportado de Zaragoza a ciudades como Barcelona y Logroño o países como México y Estados Unidos.

Los políticos tampoco quisieron faltar a la cita. Fernando Rivarés, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, llevó Noche que te vas, dame la mano, del escritor aragonés Mario de los Santos, una obra que le descubrió «otro modo de escribir y otro modo de entender las cosas desde abajo». La socialista Pilar Alegría, consejera de Universidad del Gobierno de Aragón y alcaldable por Zaragoza, por otro lado, aportó La niña en llamas, un retrato sobre «la eclosión de emociones que todos hemos pasado en la adolescencia».