De su lápiz nació Pepito Grillo, el gato de Cheshire y el sombrerero loco de ‘Alicia en el país de las maravillas’. Ward Kimball se permitió un capricho en 1938 y compró un tren de 22 toneladas, lo restauró y lo hacía correr por un circuito de 200 metros en el patio de su casa. A verlo asiduamente iba su jefe, el mismísimo Walt Disney, que lo contrató como animador y de quien el creador de Mickey Mouse decía, la única vez que lanzó un cumplido a un empleado: «Es el único hombre que trabaja para mí al que considero un genio». Kimball, que vestía colores chillones e imposibles combinaciones de cuadros, rayas y lunares y podía pasarse una tarde corriendo por los estudios disfrazado de gorila, afirma su biógrafo Amid Amidi, contagió a Disney su pasión por los trenes hasta el punto de que empezó a coleccionar trenes de juguete y construyó un tren de vapor a escala en su jardín, pasatiempo en el que Kimball lo ayudaba. No es casualidad que también lo asesorara en Disneyland, donde un tren aún enlaza las distintas zonas temáticas.