La zaragozana Sabina Puértolas es una de las sopranos españolas más cotizadas actualmente. Mañana sábado regresa al pueblo del que procede su familia, Farlete, para ofrecer una actuación.

-¿Es una vuelta a sus orígenes?

-Voy de vez en cuando porque todavía tengo a la abuela y mis padres tienen casa ahí… Regresar al pueblo te limpia un poco.

-¿Le libera?

-En el pueblo soy hija de… No soy Sabina Puértolas y eso es una cura. No tengo nada de presión, me lo voy a pasar muy bien. Recuerdo cuando era adolescente y ya estudiaba canto, subía con mis abuelos y cantaba el Ave María en la ermita desde la puerta.

-¿Cuánto de importante ha sido Farlete en su carrera?

-A ver, mi sangre es del desierto de los Monegros pero yo he hecho todo en Tafalla. Mi madre ya estaba embarazada en Tafalla pero fue a dar a luz a Zaragoza por estar cerca de los suyos. Farlete para mí significa que todos los viernes íbamos para allí, los veranos y las vacaciones de Navidad y Semana Santa me las pasaba comiendo ternasco en casa de mis abuelos.

-De Farlete a los grandes escenarios... ¿soñaba con esto?

-Miro mucho para atrás en el sentido que sé de dónde vengo y no pienso a dónde voy. Afortunadamente tengo salud vocal y física para encarar todos los contratos y hacer lo que quiera con mi voz, una familia que me apoya y me sustenta para seguir adelante y dónde llegaré o dónde estoy no me importa. Yo quiero ser feliz con lo que hago y te puedo asegurar que soy feliz cantando.

-Su actuación en el Rigoletto

-He hecho más cosas de así. El cantante tiene que estar preparado para cualquier jump-in… Pero en ese caso había un 50% de posibilidades de que saliera mal pero salió excelentemente. Era un riesgo porque te avisen 24 horas antes y tengas 3 horas para prepararte... No sabía nada de la puesta en escena pero me lo pasé muy bien y fue muy bonito.

-¿Se lo pensó?

-Soy una descerebrada, fíjate que la primera vez que canté en público fue una jota con 8 años, se me olvidó la letra y no me paré, la primera estrofa dije lalalalala. Soy muy echada para adelante.

-¿Eso le ha ayudado?

-Me gusta mucho la escena. Disfruto muchísimo de mi trabajo aunque haya momentos terriblemente malos como es la soledad o algún malentendido. Es tanto lo que recibo del escenario que cuando me voy de ese sitio siempre me llevo lo positivo.

-¿Es supersticiosa?

-Voy acumulando santigüaciones, empecé mi carrera con dos o tres y ahora no paro.

-¿Recuerda alguna actuación con especial cariño?

-La última producción L’elisir d’amore en el Teatro Real... Recuerdo el momento de la aria final con Camarena que el público no paraba de aplaudir, yo me quería ir al camerino y Camarena no paraba de tirar de mí, ‘que son para ti, que son para ti’, me decía. Yo soy supervergonzosa, corto los aplausos porque me dan mucha vergüenza y él me tenía ahí, abrazándome para que me quedara. Fue muy bonito.

-¿Qué papel quiere hacer y todavía no ha podido ser?

-¿Sabe qué pasa? Que con lo que tengo por delante no puedo pensar en lo que me gustaría hacer. Ya tengo bastante comecocos, hay que pensar en lo que tengo que hacer, no en lo que me gustaría.

-Me hablaba antes de la soledad, ¿es lo más duro de su profesión?

-Es muy duro. Lo peor de todo no solo es la soledad que los cantantes somos muy solitarios sino además cuando tienes una mala noticia o una buena. Solo una llamada de teléfono se hace hasta fría porque el que está al otro lado no se puede imaginar la excitación o la tristeza que te invade. Y la soledad te la comes tú sola, es durísimo.

-¿Cómo va a ser el recital en Farlete?

-Hay dos bloques, uno dedicado a la ópera y otro dedicado a la zarzuela ya que en mi vida son importantes ambos. Yo voy a disfrutar. Farlete es un pueblo pequeño y voy a ver a mis tíos, primos… Va a ser muy divertido porque muchos no me han visto en los teatros, me han visto por la tele o en Youtube. Para mí va a ser un gusto dar las gracias por estos 40 años de apoyo en la sombra.

-¿Se puede quedar unos días?

-¡Qué va! Le daré un besito a la abuela y me vuelvo.