La empatía, pelín amoral, que los telespectadores siempre han sentido hacia los atracadores de La casa de papel alcanza en esta cuarta temporada que este viernes, 3, estrena Netflix una dimensión inimaginada. Porque nunca hasta ahora habíamos sentido como propio el encierro al que se han sometido, primero en la Casa de la Moneda y ahora en el Banco de España, para cometer sus golpes.

Una sensación de claustrofobia que se ve incrementada por tener, esta vez, un despiadado enemigo dentro, y porque las divisiones y conflictos entre la banda irán en aumento. Y es que los personajes a los que dan vida Úrsula Corberó, Álvaro Morte, Jaime Lorente, Esther Acebo y Alba Flores, entre otros, van a pasarlo peor que nunca. La vinculación ente el telespectador y los personajes se a ver más poderosa en estos tiempos que corren, admite Álex Pina, creador de la serie y productor ejecutivo, que también lo fue de éxitos como Los Serrano y Vis a vis, aludiendo al confinamiento, en la videconferencia que mantuvo este diario con parte del equipo.

El héroe no lo es

Pero si bien los atracadores estarán encerrados de nuevo con sus rehenes, la cosa se complicará al tener dentro a su enemigo, Gandía, el vigilante de seguridad. La estructura no deja de ser la de La jungla de cristal, dice Jesús Colmenar, director de la serie junto con Javier Quintas, Koldo Serra y Álex Rodrigo. Porque en lugar de con el héroe que representa las fuerzas del orden luchando solo contra las atracadores, el telespectador se pone al lado de estos. Estamos ante Alien, el octavo pasajero, añade.

Por su parte, Javier Gómez Santander, guionista y coproductor ejecutivo, dice: El banco, como la casa de papel, era un lugar casi familiar, seguro, pero, a partir de que Gandía se desata, se convierte en El laberinto del fauno. Y advierte: Esto hace la temporada más claustrofóbica y terrible.

El estado psicológico

Esta atmósfera propiciará, asimismo, las divisiones entre la banda y los conflictos emocionales. Son como una familia. Y las familias acaban teniendo tensiones, apunta, señalando que la tercera temporada estaba más basada en el progreso del plan, era como Misión imposible: cómo entras en el banco, cómo abres la cámara acorazada... Esta ahonda más en el plano emocional. En el estado psicológico de los personajes en su encierro. Algo muy actual, reconoce Colmenar, viendo que la realidad supera a la ficción.

Ese malestar se cuela también en la relación que mantienen Denver (Jaime Lorente) y Estocolmo (Esther Acebo). Todo ha llegado a tal extremo que las relciones están contaminadas, avanza Lorente. No es fácil sumar en una convivencia. Y mucho menos en esas circunstancias, admite Acebo. Denver no se caracteriza por su capaz de actuar con serenidad y paciencia, y si le faltan apoyos como el de su padre, Moscú, que se fue, y Estocolmo, que ve cómo se va, pasa lo que pasa, explica. Y lo que pasará será muy fuerte, avanza.

También se sabrá la suerte de Nairobi (Alba Flores) y Lisboa (Itziar Ituño), que podrían haber muerto. Según Álvaro Morte, el sufrimiento de El Profesor, pareja de la exinspectora, le hará caer en los infiernos. Y se despejará la gran incógnita planteada en el último capítulo de la tercera temporada, al aparecer el rostro de Belén Cuesta entre los rehenes, lo que desató las hipótesis: que si sería una policía infiltrada, que si alguien de la banda o simplemente pasaba por allí. Tengo amigos muy fans de la serie que me han estado intentando sonsacar, pero no he soltado prenda, dice divertida, sabiendo que alucinarán.