-¿Es 'Alegría' un libro de búsqueda?

-Se titula Alegría como propuesta de búsqueda. Es un libro de búsqueda de ese sentimiento que el narrador de la novela se da cuenta que es importante. Casi lo ve como un descubrimiento, una iluminación en la que se da cuenta de que hay otros sentimientos que parece que socialmente están más valorados como el de la felicidad pero él piensa que la alegría es más humilde, atávica y primitiva y la busca aún sabiendo que es difícil encontrarla.

-Y ahí está su alter ego.

-Hay un personaje que sale de las mismas entrañas del protagonista que es Arnold Schönberg, el enemigo de la alegría, la depresión contemporánea y él que le recuerda que la alegría es casi un imposible. Toda la novela está luchando contra el abatimiento que son los sentimientos que cualquier ser humano puede tener, es una lucha entre la alegría y la tristeza.

-No le descubro nada porque usted mismo lo ha dicho alguna vez pero vuelve a orbitar sobre lo que le preocupada en 'Ordesa', ¿es parte de sus obsesiones?

-En mi cabeza no pensaba si era la continuación de Ordesa o no; era lo que yo quería escribir en ese momento. Es cierto que continúa la estela pero en cuanto vi por dónde iba sí que me dediqué a diferenciar los dos libros de una manera meditada y Alegría se puede leer de manera independiente.

-La búsqueda, la pobreza, el capitalismo... no se separa de esos temas.

-Son temas que me obsesionan muchísimo… Bueno, a mí y al 90% de la población porque nos volvemos medio locos. No sabemos muy bien cuál es el sentido de las vidas porque la presión del capitalismo que nos la metemos nosotros mismos es brutal. Y luego hay otro tema que es la invocación de los padres que es uno de los únicos consuelos míos y del narrador, el amor a una madre y la invocación de esos fantasmas como una especie de superpoderes para sentirse mejor, parece que le auxilian. Al final, Alegría es algo muy sencillo, es un hombre que intenta encontrar alegría y ve que es difícil y se apoya en el amor que tuvo a sus padres, en un amor de pareja y a sus hijos. Es una historia de los más común y vulgar.

-¿Una lucha diaria?

-En la novela se convierte en algo épico encontrar la alegría. Es que claro, la alegría es una ilusión también. Es uno de los sentimientos más maravillosos que hay que nos conduce casi a la primera noche del homo sapiens. De hecho, elegí la alegría porque me parecía que tenía más entidad biológica frente a la felicidad que es una construcción más social.

-Tras el éxito de 'Ordesa', ¿por qué presentarse al Planeta?

-Era la manera de llegar a miles de lectores que de otra manera en España es imposible. Para mí, pensar que hay alguien al otro lado es importantísimo. La literatura es un trabajo que yo hago para alguien, cuando alguien lee un libro mío y se emociona es cuando se produce el hecho literario sino no lo hay.

-¿Qué está pasando en España con el índice lector?

-Es algo alarmante, una sociedad es culta y de progreso cuando tiene lectores, si no es que está pasando algo.