«La poesía se fue / sospecho que a tu casa / a acostarse en tu cama». Poéticamente carnal comenzó el jueves Dominique A su concierto en el Teatro del Mercado, local que llenó de entusiastas seguidores a los que no defraudó. La poésie. Así se titula la canción que abre La fragilité, su álbum más reciente, editado el año pasado, poco después de publicar Toute latitude. De este disco, de factura rockera y electrónica, no incluyó en el programa canción alguna. Pero de La fragilité, artefacto más intimista y acústico, trufado de delicadezas sintéticas, sí que ofreció piezas como Le soleil, Le grand silence des campagnes, La spledeur, Javais oublié que tu m’aimais autant, Come au jour premier, Le temps qui passe sans moi…

No obstante, esa elección no quiere decir que Dominique tuviese intención de armar un concierto-mecedora, no: junto a propuestas más o menos tranquilas incluyó interpretaciones repletas de brío, de perturbación, de tormenta; calma y tempestad, pues, seda y lija, o sea.

Y es que Dominique A excede cualquier taxonomía que uno pueda imaginar a priori. En su voz esplendida confluyen diferentes tonalidades de la chanson, y sus músicas están elaboradas igualmente con materiales que recorren una paleta sonora no restrictiva: canción, pop, rock, música de baile…

Solo con su guitarra (acústica o eléctrica), efectos y programaciones, Dominique organiza un cosmos musical hermoso y vibrante. No escatimó repertorio (casi dos horas de actuación), echando mano de canciones grabadas con anterioridad a los dos álbumes citados: Sous la neige, Pour la peau, Central Otago, Tout será comme avant, Hotel Congress, Le comerce de l’eau, Au revoir mon amour, Comment certains viven, Corps de ferme a l’abandon, Antonia, Éléor, L’horizon…

Fue un concierto espléndido con momentos de una brillantez apabullante, de una intensidad agotadora, de una atmósfera envolvente. Todo, contado / cantado con una escenografía minimalista pero eficacísima y bella, construida con luces e imágenes.

Tuvimos, ni más ni menos, que una sugerente demostración de la energía de fragilidad. Todo un druida, este Dominique.