¿Cuánta razón tenía Picasso cuando dijo que «un artista copia, y un gran artista roba»? ¿Qué respeto merecen una pintura o un libro, por elevada que sea su calidad, si su creación misma ha implicado usurpaciones, engaños y decisiones morales cuestionables y hasta conductas criminales por parte del autor? Es un debate que lleva toda la vida planeando sobre el mundo del arte, y que promete cobrar fuerza gracias a dos de las películas que más darán que hablar en los próximos meses. Ambas se presentan estos días en el Festival de Toronto.

La primera de ellas, Can you ever forgive me?, recrea el caso de Lee Israel. Durante sus primeros años como escritora, Israel había disfrutado de cierto éxito gracias a sus biografías sobre figuras como Tallulah Bankhead y Estée Lauder, pero en 1991 su falta de olfato comercial le había cerrado las puertas del mercado editorial. A ello también habían contribuido su alcoholismo. Estaba desesperada.

Una noche, mientras perdía el tiempo frente a su máquina de escribir, descubrió la facilidad con la que podía falsificar cartas firmadas por Dorothy Parker, Noel Coward y otros escritores famosos. No tardó en comprobar, asimismo, que también podía venderlas por cientos de dólares cada una.

Llegó a vender más de 400 cartas falsas a libreros y coleccionistas de todo EEUU. Cuando algunos de sus clientes sospecharon de la procedencia del material, decidió cambiar de método. Fingiendo estar trabajando en un libro sobre escritores alcohólicos famosos, obtuvo acceso a bibliotecas de manuscritos y libros raros; allí robó cartas auténticas de William Faulkner, Kurt Weill, Eugene O’Neill y otros. Reemplazó los originales por sus propias falsificaciones. El FBI no tardó en llamar a su puerta.

TRAS IDENTIDADES AJENAS

¿Por qué iba alguien con el talento de Israel a desperdiciarlo imitando a otros? En la película, encarnada por la cómica Melissa McCarthy en el que ya se considera el mejor trabajo de su carrera, ella misma ofrece algo parecido a una explicación: escribir tras identidades ajenas la protegía del escrutinio público y las críticas. En todo caso, tras publicar un libro de memorias sobre sus andanzas criminales y hacerse famosa gracias a él, el escrutinio no pareció importarle.

No es fácil describir quién o qué era JT Leroy, asunto central del biopic Jeremiah Terminator LeRoy. En su día, a ojos de quienes lo convirtieron en fenómeno, fue un adolescente que había pasado la niñez en estaciones de servicio para camioneros, acompañando a su madre; un joven de identidad sexual fluida, drogadicto que había usado un pasado de abusos sexuales, prostitución y drogas para erigirse en nueva voz de la narrativa americana gracias a la novela Sarah y la colección de relatos cortos El corazón es mentiroso, ambas publicadas en 1999. Celebridades como Winona Ryder, Bono, Gus Van Sant, Lou Reed, Debbie Harry, Nancy Sinatra y Tom Waits se declararon fans incondicionales y posaron con aquel muchacho que, al parecer a causa de su patológica timidez, siempre aparecía escondido bajo peluca rubia y enormes gafas de sol.

Resultó que el muchacho no era tal. Tras aquel disfraz había una joven llamada Savannah Knoop, a la que interpreta Kristen Stewart en Jeremiah Terminator LeRoy. Se había metido en la piel de Leroy a instancias de la novia de su hermano, Laura Albert, que en realidad era la verdadera autora de todos los textos atribuidos a Leroy.

Aquel engaño sigue dando que hablar. El filme El corazón es mentiroso (2004), basado en los textos firmados por Leroy, ha saltado a la palestra estos días al saberse que su directora y protagonista, Asia Argento, mantuvo relaciones sexuales con el actor Jimmy Bennett años después de rodarla, cuando este aún era menor. Ahora, Jeremiah Terminator LeRoy recrea aquel rodaje y sugiere que Argento tuvo relaciones con Leroy -sin saber que era Knoop- para hacerse con los derechos de adaptación de sus textos.