A Yorgos Lanthimos le han bastado unos pocos años para pasar de ser el misterioso autor de rarezas como Canino (2009) y Alpes (2011) a convertirse en el director con el que los actores más famosos del mundo quieren trabajar. Y lo ha logrado sin necesidad de salirse un solo paso de su universo personal, extraño y perturbador y también muy seductor. La Favorita, que ayer presentó a concurso en la Mostra, es su película más compleja y posiblemente también la mejor. En ella viaja al siglo XVIII, a la corte de la reina Ana de Gran Bretaña, para trazar un triángulo amoroso entre la inestable monarca y dos de sus consejeras -encarnadas por Rachez Weisz y Emma Stone-.

-Su película recrea un episodio histórico, pero no da la sensación de ser especialmente fiel a lo que sucedió.

-A menudo ves una película de época y te das cuenta de que quien la ha hecho está convencido de saber cómo era el mundo hace 300 años, y eso hace que todo parezca aún más falso. Existen los libros de historia, claro, pero en última instancia el pasado, al menos el pasado que no vivimos, es una construcción mental. En La Favorita hemos tratado de poner en evidencia desde el principio que no tratábamos de recrear la corte de la reina Ana de forma realista.

-Entonces, ¿qué le atrajo de la idea de hacer una película de época?

-Recrear un periodo tan remoto de por sí genera un distanciamiento, y una sensación de ficción alrededor de la historia, que es lo yo que he venido buscando con todo mi cine previo. Sentí ese distanciamiento preestablecido me permitió explorar otras cosas sobre las relaciones humanas que nunca antes había abordado en mi cine.

-En todo caso, en varios aspectos La Favorita tiene un aire muy contemporáneo.

-Esa fue la intención desde el principio. El lenguaje que usan los personajes es propio de nuestro tiempo, los trajes respetan las formas de la vestimenta de la época pero están hechos con materiales modernos como el plástico. Los bailes que aparecen en algunas escenas son pura anacronía. Incluso nuestra forma de rodar la película tampoco cuadra con lo que uno se espera de un relato del siglo XVIII.

-Dicen de usted que disfruta poniendo a sus actores en situaciones incómodas. ¿Es cierto?

-En general, es interesante observar a personas en situaciones incómodas porque revela mucho acerca de la condición humana, y para los actores puede resultar inspirador. En el rodaje me gusta generar situaciones en las que no saben muy bien lo que están haciendo, y no tienen guías, y se tienen que mover por instintos. Antes de empezar a rodar estuvimos ensayando durante dos semanas, pero no para preparar la puesta en escena y establecer el tono de la película, sino para hacer que los actores se acostumbraran a hacer el ridículo los unos delante de los otros. Ahí estaban Rachel Weisz y Emma Stone haciendo el imbécil mientras yo permanecía en una esquina, riéndome. Fue muy divertido.

SEnDLa Favorita es su película más cómica pero, como todo su cine previo, también tiene un lado sombrío. ¿Se siente naturalmente inclinado a la oscuridad?

-Solo sé que en mis películas tiene que haber oscuridad. Todos tenemos un lado violento, y por tanto una historia no está completa si ese lado no está presente en mayor o menor medida. Entiéndame, me encantan el humor y la comedia y creo que esta película lo deja claro. Pero sobre todo me gustan las contradicciones: mezclar luz y oscuridad, ser cómico y acto seguido ser trágico. Esas cosas.