Javier Cercas acaba de publica El monarca entre las sombras, un libro que recuerda a Soldados de Salamina por la temática sobre la Guerra Civil, en la que narra el conflicto desde el punto de vista de un falangista, su tío abuelo Manuel Mena. El autor visitó Zaragoza el pasado jueves para participar en el ciclo Trayectorias que organiza la Universidad en el edificio Paraninfo, donde conversó con Ignacio Martínez de Pisón.

-Por el tema, ¿tu nuevo libro está conectado con ‘Soldados de Salamina’?

-Al final todo lo que escribes está conectado, yo creo que a partir de cierta edad todos tus libros están conectados, todos dialogan con todos. Y es verdad que en este caso dialoga de manera más visible con Soldados de Salamina porque trata de la Guerra Civil. Pero en cierto modo son libros complementarios, porque Soldados lo que hacía era, entiendo yo, reivindicar el pasado que yo creo que hay que reivindicar que es el pasado republicano, hacía una reivindicación vehemente, apasionada de ese pasado. Lo que hay en este libro en cambio, es un poco lo contrario, por eso digo que son complementarios, es la asunción del propio pasado. Sí, yo vengo de donde vengo, de una familia franquista, cuyo héroe entre comillas era este chaval, Manuel Mena, un falangista muerto en combate, jovencísimo. Vengo de ahí, y de hecho, nos guste o no nos guste, y a mí no me gusta nada, todos venimos de ahí, y eso hay que asumirlo. No para reivindicarlo, si no para saber de dónde venimos. Quien no sabe de dónde viene no sabe a dónde va. Ignorar el pasado es el camino directo a repetirlo.

-¿Es una forma de reconciliarse con su pasado?

-No sé si reconciliarme; no es la palabra que usaría. Es un modo de asumir de dónde vengo, qué es lo que hay ahí, en qué consiste mi herencia, porque con esa herencia cargamos. Y si no sabes en qué consiste tu peor herencia, te va a hacer daño. Es lo que pasa en este país, que no hemos digerido nuestro propio pasado, que las armas para no volver a cometer los mismos errores. Es más importante entender a nuestros enemigos que a nuestros amigos, mucho más importante. Entender el mal es fundamental, si no entendemos por qué unos chicos jóvenes se inmolan y matan a 50 personas… El ex ministro Valls dijo hace poco, no hay nada que entender con los yihadistas. Se equivoca por completo, hay que entenderlo todo, si no, no puedes combatirlo.

-¿Qué es hacer un mal uso de la memoria histórica?

-Edulcorándolo, diciendo que el pasado es lo que no es. Diciendo que aquí en España todos éramos antifranquistas menos cuatro que eran los que mataban. Eso no es verdad. Vázquez Montalbán decía que en según qué época, los antifranquistas cabían en un microbús. Entonces esa dura realidad tenemos que afrontarla. Pero no puedo estar más a favor del movimiento por la Memoria Histórica, para mí por desgracia incluso se ha quedado corto.

-El libro cuenta la visión de un falangista de la Guerra Civil, ¿puede indicar qué decisiones tuvo que tomar, y por qué tan joven?

-La pregunta que formula este libro es por qué un chaval, de un pueblo humilde, de la zona más pobre de España, de una familia de pequeños propietarios rurales, con inquietudes culturales, siendo el primero de su familia que estudiaba, decide alistarse al bando franquista cuando estalla la guerra. Él muere dos años después en la Batalla del Ebro. Siempre me preguntaba por qué este chico se alistó para defender una causa injusta, que ahora sabemos que era injusta porque entonces no era tan fácil, sobre todo para un chico de 17 años perdido en medio de Extremadura.

-¿Qué errores del pasado estamos volviendo a cometer por no querer afrontar ese pasado, según usted?

-Si lee un discurso de José Antonio Primo de Rivera, que yo conjeturo en el libro que pudo escuchar Manuel Mena, es un discurso que se podría haber pronunciado hoy, es decir, eso está volviendo. Hoy han vuelto esas ideologías tóxicas que prometen el paraíso, épicas, sentimentales, que creen en líderes carismá- ticos, que desprecian la política prosaica, pragmática, la democracia, el parlamentarismo. En aquella época, los años 30, el fascismo era la moda, era la ideología antisistema, anticasta, anticapitalista…

-Dice nueva política, ideología anticasta… ¿Se refiere, en el caso de hoy, además de la derecha fascista europea, a la izquierda, como puede ser Podemos?

-Estamos repitiendo errores parecidos a los años 30, no estoy diciendo que Podemos sea fascista. Lo que estoy diciendo es que a veces pensamos que son muy nuevas cosas que son muy viejas, y es muy peligroso. No me estoy refiriendo solo a España, para nada, me refiero al mundo occidental. En Occidente lo que prima es esta política épica, sentimental, antielitista… Y solo digo que el fascismo era eso.

-Por ejemplo, ¿Donald Trump? -Obviamente, es el ejemplo más flagrante. El uso de la mentira en dosis masivas no se ha inventado hoy, Trump no es más que un discípulo de Adolf Hitler.

-¿Cree, en contra de la opinión generalizada, que desde España se ha escrito y rodado poco sobre la Guerra Civil? -En comparación, por ejemplo, a lo que ha hecho Estados Unidos con el western, no hemos hecho nada. Que es un tema muy trillado es totalmente falso. Lo digo de manera directa; el síntoma inequívoco del tonto intelectual español es el que dice ‘oh no, otra maldita novela u otra maldita película sobre la Guerra Civil. Para empezar, los temas no se agotan. El tema de la guerra es el más antiguo de la literatura, preguntarse si está acabado o trillado es como decir que el tema del amor también lo está.