Las cosas que van mal siempre pueden empeorar. Los hermanos Fayos, Anselmo y Ricardo, están con el agua al cuello. Su negocio de hostelería no funciona, el Ayuntamiento de Tarazona lo clausura y se ha agotado el dinero que, para ir tirando, solicitaron a unos prestamistas colombianos que no se andan con contemplaciones a la hora de cobrar. En su angustia, piden consejo a un abogado poco amigo de la ley, Antonio Orestes, que les sugiere una vía rápida para acabar con sus problemas, el secuestro exprés de un constructor de Tarazona. Plantean el golpe durante la celebración de la fiesta mayor del Cipotegato pero, por un error de cálculo, terminan secuestrando al obispo de la comarca.

Una nueva víctima

Sin saber muy bien qué hacer, el abogado les convence que deben continuar con su plan con la nueva víctima mientras él busca una solución en Zaragoza. Los dos hermanos se ven condenados a vagar sin rumbo por los alrededores del Moncayo de escondite en escondite, a cual más extraño, con un obispo respondón que no entiende por qué le han secuestrado, mientras la policía piensa que se trata de un comando terrorista yihadista.

Ese es el argumento en el que se basa esta desternillante comedia de Miguel Mena que ahora Gaizka Urresti va a llevar a la gran pantalla. Publicada en 1994, Bendita calamidad es una novela de comedia de aventuras que, con el paso del tiempo, se ha convertido en todo un long seller con 14 ediciones. Su lectura es recomendada en los institutos de Aragón y del resto de España, por ello, generaciones de adolescentes se han reído con las peripecias de los dos hermanos y el obispo de Tarazona por tierras del Moncayo.

Es por eso que el director "vascomaño", como él mismo se define, puso su mirada en ella para su primer largometraje hace ya muchos años. De hecho, el que por fin se vaya a hacer realidad este proyecto se puede decir que para Urresti es como un sueño cumplido. Si bien ahora queda lo más difícil, ser capaz de plasmar el espíritu de estas aventuras locas de dos perdedores (aunque en la novela buena parte de los personajes lo son) a través de la cámara de cine.

Para el reto, el director tiene seis semanas por delante y la seguridad de todo el trabajo de preparación que lleva detrás, aunque él mismo asegura que "una semana o dos más de preproducción tampoco hubieran venido mal". Una frase muy manida a la hora de afrontar los proyectos. Entre las pocas escenas que se conocen que van a aparecer en la película hay una que se rodará en la iglesia de San Pablo en la que aparecerán todos los personajes y que será una de la más concurrida del filme.