-El exitoso Salvavidas de hielo ya tiene casi dos años. Visto ahora con perspectiva, ¿cómo cree que ha ayudado a su carrera?

-Un éxito así se vive con mucho agradecimiento. No siempre se recibe un cariño así, por lo que es un privilegio y hay que celebrarlo. Estoy muy contento con él, pero no solo en lo que ha ayudado en mi carrera, sino también por los logros personales y artísticos. Quien tiene la suerte de grabar una canción y defenderla en vivo, el premio es esa conexión con el público. Ese es el verdadero regalo de este trabajo.

-Su título me parece muy bonito, por esa contradicción de salvavidas efímero. ¿Qué es lo que buscaba con esa metáfora?

-Alude a aquellas cosas que, aunque sabemos que son efímeras, nos regalan pequeños estados de gracia; nos mantienen a flote, a salvo de zozobras, por un rato. Es una oda a lo efímero, de hecho. Una manera de valorar las alegrías, intermitentes de la vida. También elegí ese título porque me gustan las paradojas: un salvavidas que contiene su propia disolución. Agua flotando sobre agua.

-Regresa a Pirineos Sur después de más de 10 años, ¿qué recuerda de ese concierto?

-Fue en 2007, presentando 12 segundos de oscuridad. Fue un show más melancólico, ahora ofrecemos algo más festivo. Tocar en un lugar como el escenario flotante de Lanuza es algo mágico. Posee cierta poesía presentar un disco que se llama Salvavidas de hielo.

-Pirineos Sur es el Festival Internacional de las Culturas y Drexler es un perfecto ejemplo del mestizaje de la música. Al recoger un Grammy, lanzó un alegato a los nuevos ritmos latinos, ¿cómo valora estas nuevas músicas?

-Me alegro de haberlo dicho. Existía cierta tensión entre dos bandos. Digamos entre el pop tradicional contra las nuevas músicas urbanas. Yo no entiendo de tensiones más de allá de las que existen en la música. Yo no tengo enemigos. Solo estoy en contra de los intolerantes, homófonos, fabricantes de minas anti persona... No veo ninguno en el mundo de la música. No conozco ningún género malo, solo malas canciones. No es una cuestión de género lo que determina que compre un disco; yo no escojo por estilo, sino por los individuos.

-Ha escrito Pongamos que hablamos de Martínez como homenaje a Joaquín Sabina. ¿Cree que es algo que tenía pendiente?

-Es que uno no escribe sobre lo que quiere cuando quiere, sino sobre lo que puede cuando puede. Las canciones tienen sus propios plazos. Esta canción se demoró 22 años y 30 minutos. La escribí en media hora, pero 22 años tarde. Apenas la tuve hecha, se la mandé a Joaquín. Hay que saber agradecer.

-Ha ganado un Oscar, cinco Grammys, multitud de premios y sus últimas giras han sido un rotundo éxito. ¿Crees que se puede decir que haya tocado techo?

-A mí me parece muy importante no medir las alegrías en términos cuantitativos. Me da mucho miedo hacer eso porque cuando pienso en alturas me viene el vértigo. Si estás arriba, solo te queda bajar. Prefiero pensar que mi carrera es un proceso, no quiero puntuarla. Del mundo de las expectativas nunca se sale bien parado. Es peligroso que las expectativas se cumplan porque puede quedar un vacío difícil de llevar. A veces, es más difícil sobreponerse a un éxito que a un fracaso.

-A pesar de este tremendo éxito y su seguida vida social, siempre se ha apartado de los grandes focos mediáticos. ¿Cómo alguien así lo consigue?

-Aunque me encanta hablar con el público antes y después de los conciertos, con mi vida privada soy muy pudoroso. Siempre he sido así, incluso con mis padres: reservado con mis afectos y asuntos privados. Ya cuento bastante en las canciones. No todas son autobiográficas, pero todas pasan por mí. Y eso cuenta mucho. Este es un trabajo en el que ya cuentas bastante de tu vida, por ejemplo, con esta entrevista.

-¿Qué planes tiene para cuando finalice esta gira?

-En algún momento me pondré a componer. Ya siento la necesidad, pero no tengo espacio mental ni temporal. Es maravilloso estar de gira, pero es muy agotador y no puedo componer. Requieren mucha energía social. No puedo encerrarme en mi habitación, no tengo esa disciplina. Cuando visito otros países, me lanzo a conocer sus lugares, gente, comida…. Sin embargo, es una época que sirve para inspirarme. Otro de los retos que me he propuesto para ya es volver a tocar el piano, 40 años después. Me gustaría llegar a punto para mi próximo disco, pero lo veo difícil.

-Uno de sus rasgos más distintivos son sus cuidadas letras. ¿Qué temas le interesa tratar?

-Me alegro que me lo digas, porque me dan mucho trabajo, es muy difícil. En los dos primeros discos buscaba un letrista para no tener que enfrentarme a la hoja en blanco. Con el paso del tiempo, me di cuenta que solo me sentía cómodo con mis letras, a mi pesar. Yo creo que lo más importante es aprender a perderle el miedo. Una canción nace de la nada. Es un algoritmo, un mecanismo para provocar emociones, y evoluciona gracias al paso del tiempo y las personas. Yo escribo palabras y las voy hilando como se crea un collar. Me dejo llevar hasta que me doy cuenta de que surge un tema en concreto. Trabajo con asociación libre. Soy muy abierto y cualquier momento cotidiano puede llevarte a hacer una canción.