Contra el miedo, las palabras. Contra el recorte de libertades, los libros, comprados o sacados de una biblioteca sin temor a ser controlado por un gobierno que se ha dotado de ese derecho con la polémica Ley Patriota. 15 prestigiosas plumas de la literatura estadounidense se reunieron el miércoles en Nueva York y, ante un millar de entregados espectadores, recorrieron páginas de Mark Twain y de Miguel de Cervantes, de Henry David Thoureau, John Dos Passos y José Martí. Páginas llenas de valor para tratar de contrarrestar una dinámica de promoción del miedo ciudadano que la Administración Bush ha puesto en marcha para justificar sus errores bélicos ante las elecciones.

Fue la rama estadounidense del Pen Center la que organizó Estado de emergencia: lecturas no convencionales . Y los cerca de dos millares de personas que empezaron a hacer cola dos horas antes de que se abrieran las puertas de Cooper Union, sabiendo que sólo la mitad entraría en la sala, ponían de manifiesto el poder de convocatoria.

No todos los días uno puede escuchar juntos a, entre otros, Paul Auster, Russell Banks, Don DeLillo, Ariel Dorfman, Eve Ensler, Jonathan Safran Foer y Salman Rushdie. Y no todos los años uno se enfrenta a unas elecciones donde su voto es una elección de un sistema de valores. "Durante mucho tiempo he leído sobre temas políticos. Ha llegado el momento de volverme activa", decía Mara, una joven de 26 años que esperaba de las letras una sola cosa: "Algo de verdad en este tiempo en que desde el Gobierno todo es una gran mentira".

PAIS EN CRISIS

"Ninguno de los que estamos aquí nos engañamos sobre el terrorismo. Sabemos que existe y que hay que combatirlo. Pero cómo lo hacemos va a ser la gran prueba para la civilización de nuestro tiempo --dijo Rushdie, actual presidente de PEN en EEUU--. Esto no es una cuestión de derechas e izquierdas, sino de que los derechos humanos, las libertades civiles y la libertad de expresión están en crisis en este país. Antes criticábamos cosas similares cuando sucedían en Cuba, Birmania, Irán o China. Hoy esos problemas empiezan a darse aquí".

La calurosa recepción a sus palabras confirmó la cercanía entre escritores y público. Pero fueron los textos los que sirvieron para recordar que otros se han enfrentado ya con coraje a situaciones de miedo y amenaza. "Nunca un individuo ni una nación puede cometer un acto de injusticia contra otro". Las palabras que pronunció Auster son de un texto escrito por Thoreau hace 150 años, La esclavitud en Massachussets . "Las faltas de nuestro país son nuestras faltas", leyó Walter Dean Myers. Era de un editorial de 1919.

Banks, autor de El dulce porvenir , denunció que "EEUU arrastra una historia de unilateralismo". Luego dejó que hablara Twain. To the person sitting in darkness , su ensayo de 1901, le dio la razón: ya entonces se hablaba de las dos Américas, del intento de dominar la opinión, de matar para conseguir tierras ajenas...

Mientras Safran Foer desataba carcajadas con un poema compuesto de frases pronunciadas por Bush --los ya populares y brutales bushismos --, Dorfman abrió la puerta al español al leer a Cervantes y reivindicó la diferencia, "porque en este país los otros idiomas también se han vuelto sospechosos".

"Hablando, así se despierta a la gente", declaró a El PERIODICO Eve Ensler, autora de Los monólogos de la vagina . La escritora admitió que puede haber muchos otros autores que no son tan abiertos. "Tienen sus carreras en juego y tienen miedo, miedo de perder dinero", dijo. Pero llamó a todos a alzar la voz. "Ahora no es momento de tener miedo".