Madrid. La vida en la gran ciudad se ha convertido en una lucha de clases: arriba o abajo, esa es ahora la diferencia. Nitrogreen, un líquido altamente inestable capaz de generar vegetación instantánea, es la mercancía de contrabando. Es la historia de Madrid 2120, el cortometraje que se alzó en la pasada edición de los Premios Goya con el premio de la Academia en la categoría de animación. Laura Ortún y Judith Torres son, junto con Cristina Gros y Javier Sabaté, dos de las aragonesas que forman parte del equipo que se hizo con el galardón el pasado mes de enero.

Ortún reconoce haber llegado al cine un poco por casualidad, porque cuando quería estudiar periodismo se matriculó en una doble licenciatura con comunicación audiovisual y una vez en la carrera se dio cuenta de que las asignaturas que más disfrutaba eran las orientadas a grabar, editar o analizar películas. Torres, en cambio, asegura que desde muy pequeña le gustó ver películas y series, «por su capacidad de emocionar mediante sus historias» y que ella misma «deseaba formar parte de sus mundos y llegar a los demás». Estas jóvenes tenían un sueño en común: dedicarse al cine de animación. Razón por la cual decidieron participar en el cortometraje Madrid 2120 durante su formación en Lightbox Academy cuando tan solo era un guion de 2 minutos de duración.

«En la academia se están preparando cada convocatoria cortos nuevos, para que los alumnos puedan tener contenido audiovisual terminado, y no solo los trabajos de clase. En un principio yo no pensaba participar, pero mi profesor de proyecto era José Luis Quirós, uno de los directores del corto, y estando todos los días en clase con él, me animé a meterme en el equipo para realizar la iluminación», explica Laura Ortún. Judith Torres añade: «Todos los alumnos colaboramos juntos, cada uno en nuestro departamento, para contar la historia de la mejor manera posible. En este caso, los directores suelen comentar que Madrid 2120 surgió por el deseo de realizar un cortometraje de carácter futurista».

Así, Madrid 2120 «plantea un Madrid dividido en clases muy marcadas. Los más ricos viven en las zonas altas de Madrid, los únicos lugares libres de polución y con vegetación», expresó Laura Ortún. En este sentido, «trata temas como la diferencia de clases, pero desde una visión futurista. Además, tiene una fuerte carga ecológica, puesto que la vegetación es un bien muy codiciado», enuncia Judith Torres. En este sentido, Laura Ortún incide: «Todo un misterio hasta para los que colaborábamos en el proyecto. Los directores querían que la historia final fuera una sorpresa, para que el primer visionado nos impactara».

«El proceso de creación ha sido una gran experiencia. Fue un primer contacto realizando un trabajo en 3D que no era solo para mí, que tenía que gustar a otra persona, y además tenía que estar bien hecho, a conciencia, sin chapuzas, porque si no luego el resto de departamentos se veían influenciados», confiesa Laura Ortún.

Y tras dos años de trabajo, llegó el momento en el que el equipo estaba nominado en los Goya como uno de los mejores cortometrajes de animación. Judith Torres reconoce que durante sus años de estudiante «deseaba con todas las fuerzas formar parte de un proyecto ganador de un Goya. Pero es algo que nunca esperas realmente, lo sueñas como inalcanzable para aspirar lo más alto posible». Para Laura Ortún, el momento de hacerse con el galardón fue «una sensación muy emocionante. Cuando vimos la gala, lo hicimos todos juntos en la academia. Nos cogimos todos de las manos, y al anunciarse el ganador, nos abrazamos y abrimos botellas de champán. El Goya fue la guinda de un pastel enorme. Esperamos que este solo sea el inicio de una amplia carrera profesional», concluye.