El escultor francés afincado en Jaca Pedro Tramullas, impulsor desde 1975 hasta 1984 del Simposio Internacional de Escultura del Valle de Hecho, falleció en la madrugada de ayer viernes en el hospital San Jorge de Huesca a los 80 años. Tramullas deja tras de sí un importante legado artístico, repartido por varios países europeos. En el citado simposio, que promovió durante diez años desde 1975, están dos de sus grandes esculturas.

Nacido en el municipio francés de Olorón en 1937, donde una calle lleva su nombre, pasó gran parte de su vida en Jaca, donde desarrolló una etapa creativa muy prolífica y convirtió el simposio de Hecho en un punto de encuentro de artistas de todo el mundo.

Desciende de los Tramullas procedentes de Barcelona, afincados en Zaragoza y más tarde en Jaca, Pedro parecía destinado al mundo artístico. Su abuelo, Antonio de Padua Tramullas, fue amigo de los hermanos Lumière, con los que rueda su primera película en 1896, siendo el primero en filmar la Campaña de Africa en agosto de 1909. Su padre, Antonio Tramullas, se dedicó al cine y después a la fotografía.

En 1962, Pedro Tramullas viaja a a París a la búsqueda de la libertad, y descubre, en 1963, al escultor sueco Eric Grate en la exposición que presentó en el museo del Arte Moderno. Dicha circunstancia reafirma su vocación que se confirma al establecer contacto con la obra de Brancusi. Traba también amistad con Cunda, Priner e intercambia opiniones con Giacometti.

EN ARAGÓN

De regreso a Jaca integra en su obra el arte megalítico, el simbolismo romano y el del camino de Santiago. Desde 1975 hasta 1984impulsa un simposio internacional en el Valle de Hecho, que hoy ha quedado como parque escultórico al aire libre y un edificio que alberga sus dibujos. Es allí donde, el primer año, conoce al escultor Tetsuo Harada con el que rápidamente entabló amistad. Tramullas, cuyo padre era también pintor, nació en una familia que sufrió la dictadura de Franco. Para la primera exposición, Harada y Tramullas, así como otros escultores, decidieron hacer una escultura en mármol gris, titulada La mano de la Paz (La main de la Paix) para protestar contra la dictadura y que se ha convertido en una de sus obras más significativas.

La otra, sin duda, es La puerta de Aspe (Porte d’Aspe ) en Gurmençon (Francia), en 1993. «Yo quería hacer la unión entre el pasado, presente y futuro. Es una puerta al valle. Marca la entrada de Aspe en un camino donde se encuentra la tradición occidental adaptada al temperamento occidental. Es una puerta fuera de los tiempos», dijo entonces.

En Zaragoza protagonizó numerosas exposiciones y sus obras están presentes en España, Francia, Italia y Austria.