-La película empieza con la frase «25 años de hacer y deshacer». ¿Qué siente después de haberle puesto punto final a este proyecto?

-En realidad, me gusta más cómo suena en inglés: «In the making and in the unmaking». Pero, sí, demasiado tiempo. Me siento libre para volver a mi vida y continuar haciendo películas malas [risas]. No, en serio, ya está hecha. Ha sido como un viejo amigo que estaba siempre esperándome, llamando a mi puerta, y por fin se ha ido, puedo descansar. Me siento un poco liberado.

-¿Qué ha querido aportar a la célebre obra cervantina a través de esta adaptación?

-Bueno, no creo que pudiera aportar mucho, eso era muy difícil. Cervantes hizo todo el trabajo y yo simplemente he elegido las partes con las que más me identificaba. En todo caso, a través del personaje de Toby [Adam Driver], que dice muchas veces fuck, igual que yo cuando trabajo [risas].

-¿Esta versión es la misma que usted habría hecho hace 25 años?

-No. Hay grandes diferencias. Esta tiene muchas más capas, es una tarta mejor hecha.

-Entonces, en un principio, ¿no estaba la idea de cine dentro del cine?

-No. En un primer momento el personaje de Toby se daba un golpe en la cabeza y aparecía en el siglo XVII. Todo cambió cuando decidimos enfrentarlo a su propio pasado a través de esa película que hizo en su juventud, El hombre que mató a don Quijote, y cómo afectó a las personas que en ella participaron. El cine y la literatura ejercen un influjo. Cervantes escribió sobre eso, sobre el poder de los libros en Don Quijote. Y yo he querido hacer lo mismo aquí.

-Muchos espectadores no entienden sus películas, creen que hay mucho caos dentro de ellas. ¿Qué les diría para que disfrutaran de El hombre que mató a don Quijote?

-Pues que en realidad ¡es superordenada! Hay tres actos perfectamente diferenciados, tanto temática como estilísticamente. Cada uno de ellos tiene su propia entidad independiente, pero todos se contaminan entre sí. He leído algunas críticas que dicen que la película es un desastre, y no entiendo por qué, la verdad, yo la veo muy estructurada. He intentado cuidar esto muchísimo en esta ocasión. Dicen que no voy por el camino correcto, que hago demasiadas curvas. Pero, aunque quizá no lo parezca, lo tengo todo bajo control.

-Para usted era muy importante rodar en España. Después de todo lo que pasó, siguió en ese empeño hasta el final.

-Si vas a hacer El Quijote, tiene que ser en España. Además, yo estoy obsesionado con las fiestas españolas. Son tan atávicas, primarias, tan inamovibles. Y hay un cierto grado de locura dentro de ellas que me fascina.

-¿Cuáles son las fiestas que más le gustan?

-Las procesiones de Semana Santa y los toros. La Semana Santa en Sevilla es impresionante. Cuando viene la Macarena y todo el mundo se calla y solo se oyen los tambores. ¡Qué momento! La gente pasa de estar de cachondeo a un ambiente de respeto sepulcral en un microsegundo. Y después están los toros. Para mí el matador es como una chica, con su falda de volantes que intenta seducir a esa mole de testosterona.

-Nunca había pensado en los toros de esa manera...

-Un hombre haciendo movimientos femeninos a un animal que termina matando. Es para mí tan extraño como complejo. «Pain in Spain». En realidad, hay algo muy cruel en todas estas tradiciones. Es como las imágenes religiosas aquí, que son más sangrientas de lo habitual. España tiene un punto muy gore. Lástima que, al final, tanto los toros como la religión sean un negocio.

-Hay un momento en la trama en el que parece la Inquisición, ¿cree que las redes sociales se han convertido en un nuevo tribunal de justicia y castigo?

-Me preocupa mucho ese tema. Creo que, de alguna manera, están destruyendo la sociedad en la que vivimos. Tú y yo podemos discutir sobre lo que queramos, pero hay una comunicación. Las redes sociales no son medios de comunicación de verdad. La gente se esconde tras un avatar y no ves nada. Y eso genera que se pueda expandir la semilla del odio con total libertad. Es muy fácil ser malo así. Después están las personas que intentan ser algo a través de las redes estando en sus casas sin hacer nada más. Es todo tan falso e hipócrita. Para mí el contacto con las personas sigue siendo esencial.

-En El Quijote se habla del choque entre imaginación y realidad. Este podría ser también el resumen de toda su obra.

-Muchos dicen que yo he intentado poner por encima la fantasía, pero eso, aunque lo digan, no es verdad. Ambas cosas son importantes. Don Quijote y Sancho, imaginación y realidad. Se necesitan las dos, no tienes lo uno sin lo otro. Para eso ya tienes las películas de Marvel.

-¿Se siente libre dentro de la industria?

-Sí, hago lo que quiero. Pero por eso mismo no puedo hacer muchas películas. Es el precio que tengo que pagar. Pero lo que he hecho, lo he hecho porque me gustaba. Podría haber tenido una carrera más exitosa, pero no he querido. Para mí, cada película la planteaba como la última, y así sigue. Hasta que me muera.