El cine surcoreano atraviesa un magnífico momento de forma. Muchos de los autores más representativos de su establishment, como puede ser el caso de Park Chan wook, Kin Jee-woon y Na Hong-jin, han ofrecido a los espectadores en el último año obras importantes que sirven para reforzar el magnífico estado de una cinematografía que ha conseguido aunar de manera armónica el prestigio crítico y la vocación comercial gracias a unas dosis inauditas de frescura y originalidad.

Es precisamente lo que ocurre en Train to Busan. El género de los zombis parecía haber caído en la desgana y conformarse con seguir los mismos esquemas de siempre. Yeon Sang-ho no descubre ni revoluciona nada en su nueva película, pero sí que tiene la capacidad de utilizar los esquemas ya asimilados y ofrecer un espectáculo capaz de alcanzar una nueva dimensión independiente.

La premisa es la de siempre: un virus se expande con la rapidez de un rayo y convierte a los infectados en zombis hambrientos de carne humana. El desarrollo puede parecer también tópico: un grupo de personajes intenta escapar de ellos. Pero lo interesante de esta película es la forma en la que el director consigue orquestar con esos elementos un aparato de relojería de una precisión implacable a través de una serie de set pièces de acción que no funciona por acumulación, como suele ser habitual, sino que tiene la virtud de reinventarse en cada una de las paradas de su recorrido a través de soluciones narrativas y visuales de extrema originalidad.

Yeon Sang-ho, que procedía del cine de animación, despliega una magnífica planificación secuencial que parece beber directamente de las viñetas de un cómic. Sus planos son tan secos y rápidos como a la vez elegantes, llenos de detalles, plenos de contagiosa ferocidad y capaces de trasmitir las dosis perfectas de adrenalina y tensión al mismo tiempo que consiguen configurar el tejido emocional del filme a través de las relaciones que se van estableciendo entre los personajes.

Train to Busan es un auténtico espectáculo repleto de adrenalina. No hay lugar para el descanso en esta película en constante movimiento. El tren se convierte en una especie de metáfora caníbal de una sociedad en la que todo va demasiado deprisa, en la que la lucha por la supervivencia parece entroncarse con las bases del más voraz capitalismo. Toques de reflexión para una cult movie de carácter instantáneo.

Estreno: 4 de enero

Train to Busan

Yeon Sang-ho