Apenas quedan 20 minutos para que empiece el espectáculo y la gente va ocupando ordenadamente su asiento en el foso del castillo de Aínsa. Las sillas están separadas un metro y medio entre sí y las mascarillas y el gel hidroalcohólico son la tónica. En el escenario empieza el espectáculo de la compañía Fábrica de paraules. A su conclusión, otra vez el mismo orden. El desalojo se va realizando por filas y se evitan las aglomeraciones. «La verdad es que salió todo perfecto y es muy destacable el comportamiento cívico de la gente. Hemos demostrado que la cultura es segura si se hace con cuidado». El que habla es Paco Paricio, director artístico del Festival del Castillo de Aínsa y uno de los que tuvo que convencer al consistorio de la localidad oscense que la cita se debía celebrar este año pese a todo.

Y es que ese es uno de los caballos de batalla de la cultura en estos tiempos inciertos, que la actividad no debe decaer porque, ahora mismo, «es mucho más seguro un acto cultural que muchas otras cosas». Para ello esgrimen que no se ha detectado ni un solo brote en eventos culturales. Es por eso también que las salas e conciertos se han unido a la campaña de los lugares de ocio nocturno para evitar el cierre impuesto: «No podemos convivir con esta incertidumbre de ver cuándo podremos retomar la actividad», señala Joaquín Domínguez, presidente de la asociación Aragón en vivo, mayoritaria en el sector, que prosigue: «Durante un breve período de tiempo volvió un poco de actividad, muy reducida y testimonial, desde luego, pero no entendemos que si se cumplen todas las medidas de seguridad no podamos programar».

Una batalla en la que también están inmersas compañías de teatro aragonesas como Almozandia que tiene en su haber ser la primera que se lanzó a retomar su actividad hace ya unos meses cuando aún se estaba en la primera fase 2: «No pedimos milagros pero si las instituciones no nos ayudan a lanzar el mensaje de que la cultura es segura, se genera incertidumbre y los espectáculos se van cayendo. Estamos en una situación crítica», aseguran desde una compañía que semana tras semana anuncia alguna cancelación de última hora de alguno de sus espectáculos contratados. De hecho, Almozandia pertenece a la Plataforma en Defensa de las Artes Escénicas de Zaragoza que está muy activa en las redes sociales dentro de la campaña #culturasegura. Ares (la asociación que agrupa a la mayoría de empresas culturales de la comunidad) forma también parte de esta campaña. En su web se puede leer su reivindicación: «Ante la gravedad de los últimos acontecimientos, todos los sectores culturales nos hemos unido para salvar la cultura. Os pedimos de forma urgente que compartáis AHORA, lo antes posible, el hashtag #laculturaessegura. Es imperativo que entre todas y todos compartamos de forma masiva y hagamos saber a toda la ciudadanía y a todas las administraciones que la cultura es segura gracias a nuestra responsabilidad y gracias a la responsabilidad del público.

En esta batalla también están los teatros aragoneses que tienen previsto retomar su actividad, con todas las medidas de seguridad, en septiembre. Lo harán los teatros municipales de Zaragoza pero también Teatro Arbolé y Teatro de las Esquinas que ya han anunciado su reapertura. Algo que responde más a la necesidad de que se tiene que empezar a mover el sector que a la posible rentabilidad. Y es que desde el principio de la desescalada, las salas privadas trataron de negociar con las autoridades que los aforos no fueran tan restrictivos. De hecho, muchas de ellas se consideran agraviadas con respecto a otros sectores como el de la aviación que puede llenar todos los asientos de los aviones mientras que los teatros están sujetos a controles de aforo mucho más restringidos.

Otro sector que también se ha visto muy afectado por esta pandemia es el del cine. De hecho, hasta hace menos de un mes no reabrieron cines como los Palafox y los Aragonia. Todos lo han hecho con estrictas medidas de seguridad, «necesarias», pero el público no acaba de responder. Por eso, aseguran, es necesario más que nunca que se conciencie a la gente de que la cultura es un lugar segura y, por lo tanto, ir al cine también. Una campaña que ha iniciado también la propia Academia de Cine española.

Aún así, y a pesar de todo, la realidad es que el sector cultural se sigue moviendo y, dentro de las posibilidades sanitarias, se han programando actividades veraniegas a pesar de las suspensiones de algo tan importante como las fiestas de los municipios. En cuanto a los festivales, más allá del de Aínsa, también se han celebrado (o se están celebrando) otros como En el Camino de Santiago, Sonna, Panticosa o el de los Castillos. Además, pese a los tiempos inciertos, Murillo de Gállego ha lanzado el Festival Manhattan de la mano de Alberto Castrillo-Ferrer y Víctor López. Todos han tenido aforos completos en casi todas sus actuaciones lo que viene a reforzar la reivindicación del sector que asegura que la cultura es segura y que no se ha generado ningún brote de contagio en los actos culturales.

Y es que la situación es crítica para muchas compañías y agrupaciones culturales: «No queremos dinero gratis ni mucho menos, solo queremos trabajar y creemos que con todas las medidas que se toman se debe poder programar», concluye Castrillo-Ferrer.